lunes, 18 de diciembre de 2017

Mortal love (Capítulo II)

Capítulo II

Ese beso había sido electrizante, apenas sus labios acariciaron los suyos, como si un relámpago de verano hubiera atravesado la rueda de la fortuna y una sacudida eléctrica le hubiera enderezado el vello de sus brazos. En ese momento se le había puesto la piel de gallina. Aún se lo acordaba como si hubiera ocurrido hace unos minutos, aunque no habría podido negar que cada vez que la había besado desde entonces siempre había experimentado la misma sensación. Y al fin, desde esa simple, pero relevante cita, su relación se había más fortalecida y unos meses después, casi un año, Lucas tomó coraje y esta vez fue él a tomar la iniciativa. Había querido que se desarrollara en un local muy formal, pero conocía los gustos de ella. Eran particulares. Nada de lugares formales, debía ser algo al alcance de la mano e incluir la comida que ella deleitaba más de cualquier cosa. La pizza, en el mejor restaurante de la ciudad, la pizzería del tío Luigi. El cocinero no era italiano, ni el propietario, pero sus pizzas justificaban el nombre.
Esa noche las tinieblas del cielo eran entrecortadas por las más refulgentes estrellas que tal vez solo en un campo abierto, sin que las luces artificiales de una ciudad pudieran interferir, se podía ver.

Lucas levantó la cabeza. Era exactamente como lo era en ese momento, sin nubes en el medio.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Mortal love (Capítulo I)

Capítulo I

El gélido viento acariciaba su piel dulcemente y lánguidamente, como si fuera la mano fría y huesuda de la muerte. Un lene escalofrío recorrió su cuerpo, en su piel se formaron pequeñas bolas casi imperceptibles. Esa sensación le revocó ese recuerdo.

Fue de la primera vez en que la besó, o mejor dicho en que ella lo besó. Por alguna razón él no había sido tan valiente de tomar esa iniciativa, aunque no significara que no lo había pensado, o más bien planeado. Ya eran meses que estaba saliendo con ella y ya había llegado el momento. Sin embargo él no pudo hacerlo, sino ella. Bueno, por lo menos le había preparado el lugar. Lo había bien organizado en los pormenores más nimios, tanto que se había tardado como dos semana en pensarlo, pero al fin había encontrado la atmosfera apropiada. El beso debía suceder durante la noche, precisamente en el atardecer, desde un lugar donde se podía saborear las luces de la ciudad prevalecer poco a poco sobre el rojizo y amarillento horizonte y ver el sol desvanecer como un espectro. Con ese fin, nada sería mejor de la rueda de la fortuna y con suerte había llegado un parque de atracciones en su ciudad. Cielos, no era extraordinariamente titánica, pero era mejor que nada.

Una lágrima descendió de su mejilla.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Human error (Último capítolo)

Capítulo X

Sus cuerpos cayeron sobre la pista de la salvación como dos jamones poco madurados. El agua de la diga rebosó con belicismo y se precipitó hacia la pequeña ciudad que se encontraba bajo de ella. Los habitantes, pocos de ellos, los que se encontraban por la calle, se habían alarmado por el último rugido que se había levantado de la diga y por las calles que había sido cubiertas por un sutil velo transparente, refulgiendo las pistas con un brillo blanco. Los habitantes estaban tomando desayuno en sus casas o en algunos bares tradicionales de la ciudad cuando los vasos, los líquidos que contenían, empezaron a temblar. Todos se estremecieron, un gélido respiro acarició sus cuerpos, sus corazones sobresaltaron hasta sus gargantas.
Los primeros pensamientos que tuvieron fueron que fuera un terremoto, aunque el fenómeno estaba actuando inadvertidamente distinto de un común movimiento sísmico, y esperaron unos segundos para verificar si se detendría, antes de correr hacia afuera como si tuvieran el cuerpo en llamas. La sacudida no se detuvo y los habitantes, lo más pronto posible que pudieron, se abalanzaron hacia el externo. Y con sorpresa encontraron las calles mojadas, cubiertas de un denso estrato de agua.
Todos, hasta los niños, pensaron en la misma cosa. Un destello en sus oscuras mentes aterrorizada. Se volvieron inmediatamente hacia la diga y fue en ese momento que vieron la catástrofe que se estaba aproximando hacia ellos.
Ellos tentaron escapar, a toda máquina, pero sabían que era ya tarde y estaban suponiendo de como iba a acabar. Después de todo, la muerte es como un juego de azar, la ruleta, precisamente, el número que sale es solo un impredecible caso, uniformemente ala muerte, la vida que se lleva es solo un caprichoso caso. No existen bueno o malos, protagonista o antagonista. Y es lo que sucedió cuando ese inmenso reguero de agua, que transportaba con sí árboles, piedras, vehículos y el bus de la escuela, los arrolló a todos.
La profesora Jones y sus estudiantes vieron el desastre desde lejos, desde allí arriba. No pudieron ver con claridad, pero se lo pudieron imaginar solo con el escalofriante sonido de los gritos de los habitantes y el escándalo del agua que barría todo. Se sintieron afortunados, agradecidos que la suerte había decidido de concederles otros años más de vida, y permanecieron esperando hasta que llegaran los del servicio de emergencia. Los muchachos querían solo volver a casa y seguir llorando en los brazos de sus padres, que desde ahora, tal vez, empezarían a obedecer, mientras la profesora habría llamado inmediatamente el colegio y se tomaría unas semanas de vacaciones. Juró a si misma que nunca más pasaría sobre una diga.