viernes, 25 de diciembre de 2015

New life (Capítulo X)


Capítulo X

La oscuridad que yacía en aquella casa era una nimiedad en comparación a otro lugar celado de alguna parte del universo; nunca conocido y nunca atravesado por cualquier ser humano antes, por lo menos de su voluntad. Él estaba allí, sumergido por el negro más negro de las tinieblas. Peter sólo ahora se despertaba de un largo letargo.
Abrió los ojos y una oscuridad cegadora lo desorientó, haciéndole creer que fueran todavía cerrados. Se arrodilló en el suelo como un pueril que por la primera vez explora el mundo y gateó por unos metros en el vacío total.
“¿Dónde diablos estoy?” se preguntó. “Tal vez estoy soñando.” mintió a sí mismo.
Miró a su alrededor, al menos aquel fue su intención, pero cualquiera leve luz que pensó de encontrar se quedó escondida. Negro y negro en cualquier parte él mirara. Además, por alguna razón, había algo a su alrededor que le molestaba, algo de invisible a sus ojos que se escabullía detrás de él. Les podía oír a pesar de que estuvieran muy lejos, como distintos y confundidos susurros.
Se incorporó y, apreciando la sugerencia de la parte inteligente de su cerebro, se dirigió hacia la dirección opuesta de aquellas inquietantes presencias. Sus pasos estaban titubeantes ya que el temor de chocar algo era fuerte y bien justificado, pero sin ralentizar prosiguió hacia su meta invisible.
Vagó durante un tiempo indescriptible o por unos minutos, fue imposible para él percibir el pasar del tiempo en aquel lugar inhóspito, sin embargo algo de positivo le alcanzó y trajo alivio a sus ojos. Un débil rayo de luz se abrió paso de lejos a través de aquella oscuridad impenetrable y le regaló una meta concreta de lograr.
Aunque pareció muy lejos Peter empezó a correr sin la mínima intención de arrestarse, aunque si sus piernas o sus energías habrían perecido, pero solo cuando hubiera alcanzado su destino.
Sin embargo, aquella idea había parecido mucho más sencilla en su cabeza: sus doloridas piernas habían ya alcanzado el límite y aquella rendija de luz, que era su única esperanza, había incrementado de solo unos pocos centímetros. Corrió otros metros, así pensó, visto que la distancia era perceptible como el tiempo, y se paró. Estaba agotado, su respiro estaba entrecortado y sus pulmones jadeaban en busca de aire, solo su determinación permanecía de pie.
“No es posible.” gruñó en su mente, también ella agotada.
Trató de recobrar el aliento lo más rápido posible y, a pesar de que no se había recuperado por completo, siguió a correr. Después de otros metros se detuvo de nuevo y luego de un pertinente descanso volvió a partir. Por varias veces actuó de tal manera hasta que al final, con su cuerpo exhausto, llegó al punto donde aquella luz filtraba ahora más brillante.
Se desplomó al suelo, consumido por el esfuerzo y con las piernas entumecidas, y rozó aquella luz alentadora desde la cual una superficie lisia y fría entró en contacto con él. Al toque tuvo una repentina sensación familiar y un recuerdo surgió en su mente. El ultimo recuerdo antes de perder la conciencia.
“Esto… no entiendo.” farfulló.
Extendió su rostro en el gélido plano y aguzó la vista. Una vez que sus ojos si acostumbraron a la existencia de aquella débil luz amarillenta, individuó un ambiente razonablemente familiar, el cuarto de Alicia y él, y además entrevió un leve movimiento a través de la habitación.
Se concentró en ese minúsculo gesto que había llamado su atención y enfocó las imágenes a lo mejor. El cuarto estaba a lo oscuro, pero no era nada en comparación al lugar en el cual se encontraba Peter, por lo tanto su vista acostumbrada a la oscuridad más oscura que nunca había llegado en la Tierra relevó más detalle que para Alicia había sido imposible.
Dos cuerpos estaban iluminados por medio da aquella blanda luz proveniente del externo: uno estaba tendido en el suelo y el otro encima de él, que contenía cada su acción con violencia. Contrajo su frente, su esposa era aquella en el suelo, privada de toda libertad, mientras en su encima había una persona no solo familiar, pero que de alguna manera irreal él lo conocía perfectamente.
“Esto no… no es posible. ¡No!” exclamó.

viernes, 18 de diciembre de 2015

New life (Capítulo IX)

Capítulo IX

Alicia dilató los ojos y lentamente volteo la cabeza. La puerta del baño había sido abandonada y la estructura era todavía más o menos intacta. Eso le reservó un enorme terror en el cuerpo y sin pensarlo dos veces se proyectó hacia adelante.
Desafortunadamente algo frío, helado, le agarró los tobillos y la arrestó. Alicia gritó y Timmy la imitó, aferró la mano de su madre e trató de tirar con todas sus minúsculas fuerzas. Dos, cuatro, seis veces, pero nada. Su fuerza no era suficiente.
La madre abandonó el aferre de su hijo y gritó: - Corre, mi amor, busca tu padre. -
- N… no, mamá. - sus lágrimas brotaron de su mirada aterrorizadas.
- Vete, corre. - chilló absteniéndose de no llorar. - ¡Corre! -
Timmy dio sus hombros y, sollozando, bajó las escaleras desapareciendo de la vista de su madre. Con un fuerte tirón Alicia fue absorbida adentro del cuarto y lanzada en el duro piso de madera. A pesar del fuerte dolor por el golpe vigoroso, se levantó del suelo y se alejó de él en un instante.
Acercó su espalda a la puerta del baño, cuya con un fuerte crujido anunció su posición ya identificada por el hombre que la observaba desde el centro de la habitación. Inerte e inmóvil la miraba en silencio y con una loca sonrisa incitó el miedo de la mujer a prevaler en su cuerpo.
- ¿Qué quieres? - tronó Alicia.
Naturalmente no contestó. Mudo como una sombra que él era se prolongó hacia adelante y acortó la distancia que los separaba. Alicia estaba petrificada, cada musculo suyo no parecía responder a su deseo de huir y aunque hubieran respondido la única salida era la puerta, pero ya que él hombre era más cerca de ella era como entregarse a un lobo hambriento.
Mientras tanto, el hombre se aproximaba a su objetivo aterrorizado, la mujer posó su mirada en la ventana a través del cuarto y se dio cuenta de una posible ruta de escape, solo si habría jugado sus cartas a la perfección. Cuando el hombre estaba a pocos metros de ella, Alicia se precipitó hacia adelante y lo rondó pasando por la cama; una vez llegado al otro lado agarró con firmeza la lámpara de la mesita de noche de Peter y sin pararse la tiró con todas sus fuerzas.
Un gran estrépito se elevó en la habitación como muchas pequeñas campanas dejadas sonar en desorden y una multitud de fragmentos se dispersaron en el externo, brillando como una lluvia de diamantes. Se asomó. La altura no le permitía de salir indemne por lo tanto un pequeño salto habría podido ser mortal. Mientras tanto oía sin voltearse los pasos del hombre que volvía a aproximarse a ella y, a pesar de que fuera aún algo lejos, esa apatía en moverlos la ponías nerviosa.
Buscando cualquier forma de escape su ojo individuó algo de arduo. Un árbol de dos metros de distancia de la ventana parecía ser la única salida viable, algo imprudente, pero cualquier cosa para ella era una perfecta oportunidad.
Se volvió. El hombre estaba a unos pocos metros de ella y la débil luz proveniente de afuera estaba empezando a irradiar sus huesudas piernas. Una gran curiosidad para ver la identidad del hombre detuvo Alicia, pero el miedo que en el mismo tiempo circulaba en su cuerpo la hacía racional y dio unos pasos hacia él.
Rechazando su presencia avanzó súbitamente, saltó en la ventana y con el pie izquierdo dio un fuerte impulso. Extendió las manos para aferrar la primera rama, su corazón palpitó con gran frenesí y cada latido sentí que lo iba a llevar a cabo.
Durante unos segundos se detuvo en el aire, algo de gélido cercó su tobillo. Rozó la rama con sus dedos y un fuerte tirón a una increíble velocidad la tragó en la habitación, trasformando su salto obra de un sueño.
- ¡Peter! ¡Ayuda! - gritó antes de desaparecer en la oscuridad de la habitación.
Su cuerpo golpeó de nuevo el parquet, el hombre la volvió violentamente y se prolongó hacia ella. Con ingente sonrisa excitada y frente al dolor que la atormentaba, el hombre dejó que su rostro fuera inundado de la débil luz externa.
- Dime, cariño. - susurró Peter arqueando esa loca sonrisa.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

New life (Capítulo VIII)

Capítulo VIII

“Vete al baño, vete al baño.” - rogó Alicia.
Después de algunos segundos de fuerte angustia, él se movió y, desemejantemente a de lo que había esperado la mujer, se dirigió sin producir ningún ruido a la cama. A la vista de él el respiro de Alicia se agravó fragorosamente, pero afortunadamente se fijó en tiempo, posó una mano en la nariz y con el otro brazo siguió a ocluir la vista del hijo, dado que se si hubiera alarmado su escondite ya no hubiera permanecido tal.
El hombre se arrestó a los pie de la cama y en aquel momento el respiro de Alicia se hizo más trabajoso, si no más ruidoso. Estaba muy cerca, estaba segura de que la habría escuchada y además a su corazón que latía frenéticamente, ya que a sus orejas eran ruidos fragorosos.
El hombre prosiguió caminando y los ojos de Alicia se iluminaron, sin embargo era demasiado temprano para que se alivie. Él empezó a rodear la cama y no daba guiño de querer alejarse de ella.
Al pequeño Timmy le empezó a escapar el control de su coraje, reconocías aquellos pasos sin ruidos y, aunque no los veía, los oía a su alrededor. Era más que aterrorizado, el corazón estaba en su garganta, quería llorar, gritar y además huir hasta que no hubiera perdido la conciencia por el agotamiento.
La madre puso todo su ser para infundirle un poco de coraje, empero, por cuanto probara, ella también había perdido aquella intrepidez y no estaba segura que pudiera ser capaz de ayudarlo. Lo apretó afablemente a si y le acarició la frente con un caliente beso mudo. No fue eficaz, pero sosegó ligeramente sus movimientos inquietos.
Timmy percibió un fuerte calor entrar en su cuerpo, una fuerte fuente que aplacó parcialmente su indómito respiro y el latido del corazón ya no martilló así violentamente. La madre sonrió por unos segundos y en seguida se volteó en donde había dejado los pies del hombre vagabundear en la oscuridad. Su corazón explotó, ya no podía contenerlo. Aquella presencia hostil había desaparecido.
Hurgó todos los lados y aguzó la vista con gran esfuerzo, probablemente las tinieblas lo estaban ocultando, de todos modos no podía entender como había hecho para moverse sin que ella se diera cuenta. Miró en el lado de Timmy y entornó la vista.
Justo cuando estaba a punto de girarse, en una fracción de segundo, advirtió un movimiento sutil con el rabillo del ojo que reveló su posición. Por alguna razón Alicia se sentía aliviada, sabía su ubicación y esta vez no habría apartado los ojos de él ni por un instante.
Inesperadamente algo ocurrió. Su corazón volvió a latir frenéticamente, pero no eran iguales a los anteriores. Estaban agradecidos que sus oraciones habían sido escuchadas.
El baño parecía ser la meta del hombre y cuando se detuvo ante la puerta el corazón de Alicia estremeció aún más. Giró la manija, pero la puerta se quedó bien sellada. Por lo tanto empezó a patearla con fuerza brutal que resonó en toda la habitación.
Timmy sobresaltó por el repentino fragor, pero la madre se mantuvo firme. Era el momento adecuado. Gesticuló al hijo de salir de la cama, por su lado, pero Timmy negó con la cabeza, aterrorizado por aquella pretexta de la madre. Alicia lo alentó apresuradamente, el tiempo disponible para ellos era poco y cada segundo era precioso, lo aseguró que ella siempre hubiera estado atrás de él y nunca lo hubiera abandonado.
Poco convencido de aquella loca escapatoria Timmy salió de la cama, sus pensamientos estaban dirigidos a sus movimientos que tenían que ser taciturnos y no prevalecer los causados por el hombre. A su vez la madre lo siguió y silenciosamente se quedaron a observar el intruso que poco a poco derrocaba la puerta.
Por cuanto Alicia tratara de individuar algún detalle de aquel hombre la oscuridad estaba de su lado y contrarrestaba el único resquicio de luz proveniente de afuera, por lo tanto aquella persona que parecía una sombra, persistía tal.
Alicia señaló a Timmy la puerta del cuarto que había sido casi destruida, varias brechas serradas la vestían en diferentes puntos, y lo exhortó a proseguir. Escuchando la madre empezó a moverse en silencio y sin perder de vista aquella amenazadora sombra se dirigió a la salida.
El hombre ignaro de los movimientos detrás de él estaba casi al punto de erradicar la puerta del baño y su sonrisa bien acentuada confirmaba su casi plenitud. Entretanto Alicia, como había prometido al hijo, se mantuvo fielmente detrás de él, ni demasiado cerca ni demasiado lejos, pero la distancia adecuada para no entorpecer sus movimientos o de él.
Llegando al obstáculo frente de la puerta, o al menos lo que quedaba de ella, los ojos de Timmy se iluminaron visto que un solo paso y habría podido huir de aquella inquietante criatura, con algo bueno de probabilidad de que no lo hubiera encontrado nunca más, salvo en sus pesadillas.
La apertura era bastante estrecha, después del acceso del hombre ella se había ligeramente cerrada y, aunque si para Timmy no era un problema pasar tal vez para la madre lo resultaba. Su minúsculo cuerpo se aproximó y domando el respiro, con un solo paso, si prolongó hacia adelante.
Estaba afuera. Una enorme liberación fue concebida por su cuerpo, aquella sensación de estar en las garras de él había casi desaparecido por completo y tan pronto como su madre hubiera salido aquella premonición hubiera prevalecido cualquier cosa.
Para que aquel se haga realidad Alicia tuvo que ponerse de perfil y, ya que no era suficiente, frenar su respiro más respecto al motivo por lo cual lo había hecho el hijo o nunca hubiera salido sin chocar la puerta y probablemente sin hacerla crujir.
Estaba a la mitad. Otros centímetros más y Timmy hubiera sido el niño más feliz del mundo, no obstante algo estaba yendo mal y él se dio cuenta. Un silencio frío descendió sobre ellos, abrazándolos como si fuera la muerte.
- Mamá… - susurró con terror. -… ya no siento nada. -

miércoles, 2 de diciembre de 2015

New life (Capítulo VII)

Capítulo VII

- ¿Cuánto se demora? - se preguntó Alicia martirizando su labio inferior.
Se alejó silenciosamente y delicadamente de Timmy y se acercó a la ventana. El pequeño Timmy no permitió de ser importunado, ya había alcanzado ese sueño intocable y por su rostro parecía que fuera en el interno de un mundo más aquieto y sereno a diferencia del real.
- Maldita sea, de aquí no se puede ver nada. - tronó asomándose lo más posible al externo, la brisa nocturna le besó su cara. - Quizá es mejor que vaya a controlar. - se dirigió hacia el mueble que hacía de obstáculo.
Pero, inesperadamente la luz desvaneció y dejó a Alicia y Timmy en la oscuridad, solamente livianas fajas de luz exterior iluminaban el cuarto. La visibilidad era casi totalmente ciega, Alicia tuvo que menear un poco los brazos para no toparse con algunos muebles escondidos.
Arribada al mueble frente a la puerta se arrestó y se quedó en silencio. Una duda surgió en su mente: ¿era una cosa inteligente ir a ver la razón del blackout? No, tal vez no lo era. Era mejor esperar algunos minutos para el retorno de Peter y diversamente hubiera llamado la policía como había referido el oficial.
- M… ¿Mamá? - sollozó Timmy.
- Estoy aquí, mi amor. - respondió prontamente la madre.
Gracias a la luz proveniente de la ventana atrás de la cama, pudo entrever su hijo sentado su ella y fue capaz de moverse hacia él. Si para ella era fácil distinguir su hijo en la oscuridad gracias a aquellos destellos de luz, desde el punto de vista un poco amodorrado de Timmy no fue lo mismo.
Sus pequeños ojos podían sólo vislumbrar una sombra negra acercarse paso a paso y su mente traumatizada no pudo hacer otra cosa que anexarla a aquel recuerdo que había casi suprimido. Sus pensamientos mudaron en varias escalofriantes sonrisas y manos huesudas que su mente transportó en aquella sombra que se aproximaba lentamente a él, sólo porque Alicia tenía temor de tropezarse con algo.
Timmy saltó en pie encima de la cama, sus ojos estaban cegados por las lágrimas y su cuerpo estaba temblando más de una hoja a punto de caer de un árbol.
- Mamá… mamá está acá. - gritó retirándose hacía la cabecera de la cama.
- ¿Quién? - miró a su alrededor.
- El hombre negro. - exclamó llorando y tratando de abrir la ventana.
- Mi amor, ¡Para! No hay nadie acá. - se lanzó hacia él.
- Está delante de m… -
La madre salió completamente de la oscuridad y su preocupado y dulce rostro hizo desvanecer cada alucinación que la mente de Timmy había hecho real, también las manos huesudas se dispersaron en el aire como humo.
- Mamá… - bisbisó con voz aguda.
Su cuerpo cesó por la fuerte tensión y se sentó en las suaves almohadas de plumas de oca. Valientemente aguantó las lágrimas que estaban listas por deslizar en su cara en cualquier momento y se frotó los ojos. La madre lo tomó entre sus brazos.
- ¿Por qué está de nuevo oscuro? - preguntó frotando su nariz húmeda.
- Se fue otra vez la luz. - explicó la madre.
- Mamá… no podemos quedarnos acá, él regresará. Tenemos que encender las luces. - tentó de levantarse, pero la madre lo cohibió.
- No te preocupes, mi amor. Papá está acá afuera con el agente, cuando vuelve hará regresar la luz. - le acarició los pelos.
- Vamos a él, te ruego, mamá. - se bataneó.
La madre observó sus heridas y entendió su terror. - Está bien, vam… -
- ¿Mam… ? -
Alicia selló la boca de Timmy con la mano, antes que acabara la frase, y miró hacia la puerta: la manija empezó a estremecer violentamente. No se había equivocada.
Se quedó en silencio escuchando el movimiento rotatorio de la manija y, mientras, cohibió los movimientos turbulentos y aterrorizados del hijo. Si más allá de la puerta estuviera su marido o el oficial no habrían vacilado en anunciar su presencia, por lo tanto se había paralizado literalmente. Su hijo tenía razón, había vuelto.
Parpadeó y se percutió. Había esperado demasiado tiempo: alargó la mano hacia la mesa de noche y cogió el teléfono. Empezó a marcar los números, cuando la manija se amansó y Alicia arrestó todos sus movimientos. Se quedó a oír cualquier mínimo sonido.
En aquel momento la puerta empezó a temblar violentamente como se tuviera vida y a Timmy le escapó un minúsculo grito agudo, mientras la madre saltó hacia atrás, dejando caer el teléfono. La puerta estremeció más y más fuerte hasta el punto de que incluso las paredes parecieron temblar, otros golpes más y la cerradura hubiera cedido como una galleta seca despedazada a la mitad.
Una idea repentina iluminó la mente de Alicia: corrió al baño, cogió las llaves y cerró la puerta. En seguida asió Timmy y se adentró debajo de la cama, donde la oscuridad era aún más patente.
La puerta se abrió de par en par y se chocó contra el mueble, la apertura concedida era mínima para impedir el paso incluso a un minúsculo ratón de campo. Un breve silencio se apoderó de ambas partes, el hombre no daba signo de insistir para abrir la puerta mientras Alicia se quedó muda escuchando cada uno de sus próximos movimientos.
La mujer tuvo la tentación de curiosear si la amenaza más allá de la puerta había renunciado a entrar, pero una inmensa cobardía y su hijo, ceñido a ella como un pólipo, se lo impedía. Pero muy pronto los fuertes latidos se levantaron de la puerta y una respuesta le fue inmediatamente dada.
Los golpes eran increíblemente impetuosos, cada de ellos un leve temblor se propagaba hacia Alicia como vibraciones que se extendían a través del parquet y algo de enorme rozaba poco a poca en su encima. El pequeño Timmy a cada golpe se estrechaba más a la matriz de la madre, escondiendo la expresión aterrorizada que tenía dibujado en su rostro.
Alicia entrevió astillas de madera desmenuzarse en el suelo y el grueso tamaño del mueble, en gran parte ocultada por la oscuridad, seguir moviéndose. Hubo un último áspero golpe y miles de astillas estrellaron en todos los lados, el mueble dejó de moverse.
Silencio. Un pie seguido por el otro se puso ligeramente en el suelo, sus movimientos se quedaron inerte.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

New life (Capítulo VI)

Capítulo VI

- Trescientos veintiocho, escuadra trescientos veintiocho. - anunció el oficial observando el cadáver de su compañero. - Necesito inmediato socorro y refuerzo. -
- Trescientos veintiocho, socorro alertado… la escuadra trescientos uno está a veinte minutos de ustedes. - comunicó la voz en la radio.
Cerró la llamada y observó por última vez a su amigo más querido. - Ahora es mejor que regrese… -
Un ruido repentino lo sorprendió a su espalda, se volteó e empuñó inmediatamente su pistola. El arma se deslizó de su mano y tintineó al suelo, él empezó a jadear como un pez fuera del agua y sus ojos desconcertados persistieron fijos delante de una sombra oscura.
Tres dedos habían sido clavado en el interno de su garganta, propio donde estaba su, poco visible, manzana de Adán. Una infinidad de sangre fluyó sin frenos de su garganta y pintó los tres dedos huesudos, casi más allá de aquella mano.
El hombre sin identidad meneó divertido sus dedos en el interior de su cuello y saboreó la mirada horripilada del oficial, ya cociente de su destino. Prosiguió a solazarse hasta que imprevistamente agarró la piel desde el interno. El dolor estaba llegando a un umbral nunca vadeado antes, la claridad del pobre policía vio miles de luces inexistentes y su cuerpo ya había abandonado cada mínima energía. Empero, no era nada comparado a la acción futura de aquel hombre.
Le mostró otra vez su maniática y divertida sonrisa, inseguro que pudiera ser apto de verla, y se lamió el labio superior, luego movió también la otra mano y la insertó junta a la otra. Aferró la piel opuesta y con golpe violento y repentino las dilató como si abriera una ventana, dejando dos gruesos colgajos de piel en ambos lados.
Una vez retirado las manos el oficial se desmoronó al suelo, la sangre desbarató afuera de su cuello y a pesar de eso siguió vivo; si antes respiraba con dificultad, ahora era solo un milagro. Solo un hilo de aire conseguía aún circular en el interno de su cuerpo, nada más, el resto estaba en la mano del dolor inconcebible que probablemente había perdido eficacia.
El hombre se agachó y cogió la pistola que había caído, la apuntó a la cabeza del oficial y lo miró.
- ¿Dónde está el placer de usar un arma de fuego? - le dio la espalda y lo dejó drenarse en una lenta y agonizante muerte.
- Refuerzos en quince minutos. - debutó la radio.
- Al parecer, tendré que darme prisa. - observó la casa de los Long y arrojó el arma. - Empecemos por la mujer. -
Retrocedió de algunos pasos hasta que su cuerpo fue completamente absorbido por la oscuridad, desapareciendo por ultimo su sonrisa excitada.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

New life (Capítulo V)

Capítulo V

- ¡Señor Long! - gritó el oficial. - ¡Señora Long! - 
Alicia se despertó asustada y se extendió hacia adelante, su corazón palpitaba violentamente y su mente estaba aún aturdida por el sueño. Escuchó de nuevo la voz del policía y se volteó rápidamente a su marido sacudiéndolo vigorosamente.- Peter, Peter, ¿escuchaste? - prendió la lámpara de su mesita de noche.
Con leve murmurio abrió los ojos y la miró. - ¿Qué? - preguntó con voz ronca.
- ¿No escuchaste? - señaló las escaleras con un gesto de la cabeza.
Peter se quedó en espera, luego de algunos segundos la voz del oficial retumbó nuevamente y una densa luz penetró poco a poco en el cuarto.
- ¿Qué pasa, agente? - interrogó Peter incorporándose.
Apresuradamente se puso los pantalones y se fue en contra del oficial armado de pistola y una linterna sobre de ella, la cual emanaba aquella fuerte luz azul que revestía las paredes de la casa con inquietantes sombras.
- ¿Novedades? - preguntó Peter preocupado.
- ¿Están todos bien? - respondió.
- Sí, ¿por qué? - se alarmó aún más.
- ¿Han visto a alguien en la casa? - 
- No, agente, ¿qué está sucediendo? - tronó Peter.
- El intruso volvió… mi colega está muerto. - bajó la mirada por algunos segundos. - Encontré la puerta abierta y pensé que había entrado. Revisé abajo, pero nada, por lo tanto… -
- ¿Está arriba? - susurró Peter terminando la frase.
El oficial asintió.
- ¿Alicia? - la llamó Peter subiendo las escaleras.
- ¿Qué pasa? - preguntó al ver su marido entrar en el cuarto seguido por el oficial.
- Permanezca en el cuarto con su esposa y su hijo, por mayor seguridad enciérrense a llave. - ordenó. - Yo controlaré este piso y luego pediré a la central una ambulancia y refuerzos, ¿están de acuerdo? -
- De acuerdo. - respondió Peter.
El oficial prosiguió hacia el cuarto del hijo de los Long mientras Peter cerró la puerta y la selló a llave. Se sentó al lado de Alicia y ella, preocupada, lo miró en espera de alguna explicación.
- Entonces, ¿qué está pasando? - insistió indignada por ser dejada a media luz.
Peter la observó. - Bueno… ese hombre ha aparecido otra vez y… y ha matado al otro agente, ahora probablemente está en nuestra casa. -
- ¡Dios mío! - se llevó la mano sobre la boca.
- No te preocupes, todo irá bien. - la aseguró abrazándola. - Llamará los refuerzos, lo capturarán. -
Se quedaron sentados al lado de Timmy de cual sueño no había sido violado y con el oído hacía el externo seguían los pasos del oficial que se mudaba de cuarto a cuarto y recorría con diligencia su interno. No obstante los pasos del policía eran los únicos ruidos que se levantaban en la casa como el chasquido de un lavabo que gotea.
Al fin un rayo de luz azul pasó debajo de la puerta y no prosiguió más de diez centímetros de ella, la luz se topaba con la amarilla de la lámpara, pero salía bien ganadora y permitía que la sombra del oficial se adentrara en el interno hasta donde le era admitido.
- La casa está vacía. - anunció. - Me encamino al auto. -
- ¿Y nosotros? - preguntó Alicia.
- Yo creo que sea más seguro para ustedes si se quedan acá, ¿Tienen un celular o un teléfono? - averiguó.
-Sí. - asintió Peter mirando la mesa de noche al lado derecho de la cama.
- Perfecto. Si no vuelvo en cincos minutos vuelven a llamar a la central y describan lo que ocurrió. - ordenó.
- De acuerdo. - confirmó Peter.
Los pasos del oficial se desvanecieron poco a poco en el silencio de la noche y pronto en la casa se quedó solo la familia Long. Peter se levantó y se colocó a la ventana sur del cuarto y aguzó la vista hacia la oscuridad en busca de cualquier movimiento que pudiera percatar. La misma acción la copió para la segunda ventana e hizo ida y vuelta cada quince segundos.
A la cuarta acción algo llamó su atención y como una bicicleta sin de frenos se dirigió a la puerta.
- Lo vi, es él, tengo que advertirlo. Cuando acabe de salir, vuelve a cerrar. - dijo austero.
- No, espera… es muy peligroso. - se interrumpió, ya se había disuelto en la oscuridad.
Se levantó y corrió hacia la puerta, la cerró, pero no tranquila la obstáculo con un grueso mueble y encendió todas las luces del cuarto, después regreso junto a su hijo. El brusco y repentino movimiento de la madre lo despertó y abriendo sus pequeños ojos soñolientos la llamó con voz penetrante.
- Estoy aquí, cariño. - le acarició la frente.
- ¿Dónde está papá? - preguntó, su tono estaba complacido como si lo que había sucedido hubiera encontrado su rincón en los lugares más profundos de su subconsciente.
- Se fue un momento abajo. - respondió omitiendo cada detalle.
- ¿Y por qué bloqueaste la puerta? -
- Eso… fue idea de papá, quería que nos quedáramos a salvo… - le dio un beso en la frente. - Deberías todavía dormir, mi creatura, es temprano para estar despierto. -
- Se me quitó el sueño. - la contradijo con un minúsculo bostezo.
La madre sonrió. - Bueno, entonces te cantaré una de mis canciones de cuna. -
- Pero, mamá… ya no soy un niño, no me hará dormir. - la desmentí.
Alicia lo ignoró y empezó a cantar. Su delicada y cándida voz envolvió el cuerpo del pequeño Timmy como una manta caliente y, al contrario de lo que había negado, sus parpados iniciaron a declinarse; un segundo después su respiro se había vuelto a ser mas profundo.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

New life (Capítulo IV)

Capítulo IV

Sus respiros se levantaban ruidosamente y suavemente en el aire como único ruido que profanaba ese silencio nocturno. Entre las dos respiraciones tranquilas y flemáticas, había una inquieta. Obviamente era del pequeño Timmy.
Quizás cuales horribles sueños fructificaba su mente violada por aquel terror experimentado y para empeorar las cosas tenía que volverlo a revivir eternamente en aquellas pesadillas donde el tiempo cesaba de existir. Sus padres yacían a su lado con el rostro hacía él, asimismo, por si acaso tuviera que sufrir un rudo despierto, hubiera encontrado rápidamente conforte en una de las caras familiares ellos.
La armonía que se rodeaba en el alrededor de Peter y Alicia parecía materializarse por la seguridad que los dos agentes apostados fuera de la casa emitían. Ellos ocupaban su tiempo departiendo de cualquier cosa que atrajera su atención como un gato recién nacido y saboreando un café amargo.
- No creo que se hará vivo por esta noche, no debe ser tan estúpido. - entabló el primer agente bostezando.
- No hay que subestimar la ingenuidad de las personas. - afirmó el segundo rascándose los largos bigotes a manubrio.
- Me quedé muy impresionado de esas lesiones. Otra obra de esos perversos psicópatas. - comentó con disgusto. - Hacer eso a un niño. -
- Si le sucediera algo a mi hijo, ley o no, le plantaría una bala directamente en su frente. - apretó la mandíbula.
- Estoy de acuerdo contigo, a veces creo que sea la única verdadera justicia. - degustó otro sorbo de café y su garganta se estremeció de tanto fervor.
Sin darse cuenta de ser observados seguían concordando con sus argumentos, mientras una silueta eclipsada por la oscuridad se aproximaba silenciosamente hacia ellos. Estaba tan cerca que podía oler el aroma que emanaba el café casi al termine y oír sus discursos de la condición crítica del mundo.
Sus pasos se mantuvieron taciturnos como si estuvieran suspendidos a pocos milímetros del asfalto y su tranquilidad y lentitud para moverlos eran tan pronunciadas que hubieran impacientado la persona más calma de este planeta.
- ¿Cómo fue la recita de tu hijo ayer en la noche? - investigó el oficial privo de pelusa en la cara.
Se rio haciendo casi oscilar sus largos bigotes a manubrio. - Nos ha sorprendido a todos. - le contó. - ¿Quién hubiera pensado que tenía esa dote? -
- Me imagino que lo habrás premiado como deberías. - comentó el colega.
No consiguió ninguna respuesta confirmativa entonces se puso a reír con fuerza, seguro del motivo de aquel silencio. Pero se equivocaba.
Se volteó hacia él. - No has pensado… -
La frase se desgarró en sus labios y su mente no pudo expresar otros pensamientos fuera de lo que sus ojos desconcertados y aterrorizados veían. La mirada de su colega estaba perdida en el horizonte, sus párpados estaban cerrados por mitad como si hubiera dos dedos invisibles que impidieran su bajada por completo y la cabeza estaba levemente curvada hacia adelante.
- Oye, ¿Estas bien? - averiguó. 
Extendió su mano hasta su hombro y lo sacudió con gentileza, aquel ligero temblor fue suficiente para que la cabeza cediera hacia adelante por completo, inclinándose hacia la izquierda. Lo que vio le dio una respuesta perturbadora: no, no estaba bien, estaba muerto.
Un destornillador había sido implantado sordamente en la sien de su cabeza y un hilo de sangre rojiza goteaba de ella. Al ver a su compañero asesinado inesperadamente un reflujo ácido se hizo camino desde su estómago y alcanzó su garganta, pero un fuerte sentido de responsabilidad tuvo mayor circulación en su interno y aplacó la continuación de la regurgitación.
Llevó su mano rápidamente al cinturón y agarró la pistola, salió del auto y consideró con mucha atención cada presumible movimiento que pudiera avistar. Movió velozmente su mirada a la casa de los Long y en aquel momento advirtió la puerta principal entreabierta. Se precipitó hacia la casa.
Mientras tanto el sueño de los Long perseveró imperturbable y sus respiros continuaban a pasear en su habitación, lo que había sucedido en el externo había sido tan silencioso que también el movimiento de un caracol sería sido más fácil de percibir.
No habría durado por mucho. Alguien apareció en el umbral del cuarto y divertido observaba sus rostros serenos, incluso finalmente el de Timmy. Dilató su enorme sonrisa.
Alargó su paso y sigiloso como el aire se adentró en la habitación dirigiéndose a Alicia, la cual ya no estaba en la misma posición antecedente, pero estaba echada de espaldas. Más se acercaba más oía su respiro divulgarse, su rostro era cándido como el de un bebé recién nacido y sereno como si ella se hubiera refugiado en un mundo desprovisto de malicia.
Extendió sus huesudos dedos y dibujó el contorno de su cuerpo sin tocarlo, para luego retirarlos cuando llegó casi a tocar su cara. Inclinó hacia adelante su busto y aproximó su cara no clara hacia la de Alicia, olfateando el olor que emanaba. Estaba frente a ella, pocos centímetros los separaban, sus respiros se cruzaban y se intercambiaban y la sonrisa del hombre era más eufórico que nunca.
Alargó dos dedos a los ojos durmientes de Alicia y acercó sus afiladas uñas a los parpados cerrados. Estaba ansioso por cavar en el interior de la cavidad ocular y percibir el ojo destrozarse en sus dedos, despertarla y oír sus gritos de dolor. Se lamió sus labios y siguió hacia tocarlos.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

New life (Capítulo III)

Capítulo III (parte segunda)

Pasos inquietos y rumorosos se precipitaron por las escaleras a la habitación del hijo, el cual, acurrucado en el suelo, tosía violentamente en la busca de oxígeno.
- Timmy, me pareció escucharte gri… ¿Qué te pasa? - corrió hacia él siguiendo su respiración jadeante y se arrodilló al lado de él.
Tosiendo y asfixiándose con sus propias lagrimas resolló: - Me… me estaba sof… sofocando. -
- Por el amor de Dios! ¿De qué hablas? ¿Quién? -
- El hombre… el hombre negro. - era lo que la mente de Timmy había realizado.
- ¿El hombre negro? - exclamó la madre. - Pero, mi amor, no existe. Ya te contamos la verdad. -
En ese momento la luz volvió y Alicia pudo ver con sus propios ojos desconcertados y aterrorizados lo que su hijo afirmaba.
- ¿C…? ¿Cómo conseguiste eso? - acercó con cautela las manos a un enorme signo bien marcado en su cuello.
- Te lo dije… el hombre negro. - respondió llorando. - Estaba… estaba oscuro y él apareció… - la frase fue interrumpida por sus sollozos mientras sus pulmones parecían haber recuperado el oxígeno perdido.
Otros pasos subieron por las escaleras y se dirigieron a ellos.
- Que maldita puertita, se había bloque… ¿Qué ha pasado acá? - se alarmó encontrándoles en el suelo.
La madre tomó al niño inundado de lágrimas en sus brazos y se dirigió a su cuarto pasando al lado de Peter, advirtiéndolo que tenía que llamar inmediatamente la policía. El marido confundido preguntó explicaciones y su esposa le mostró la ingente lesión que tenía diseñado en su cuello señalándole que alguien se había introducido en la casa.
Peter se disparó preocupado hacia él, pero luego se detuvo y, aferrando un cuchillo con el cual había abierto las cajas, salió del cuarto. La mujer dejó con cuidado su hijo encima de la cama y, quedándose a su lado, tentó de tranquilizarlo, mientras tanto oía de lejos la voz de su marido que hablaba por teléfono con la policía, instándole a enviar a alguien tan pronto como sea posible.
Timmy se quedó traumatizado y esto era confirmado por su duradero temblor corporal y perennes sollozos, pero las reconfortantes caricias de la madre acompañadas de una dulce canción en parte lo calmaron y lo hicieron dormir en sus brazos.
Después de unos minutos Peter se precipitó en su cuarto con una bolsa de hielo y agobió su esposa con miles de preguntas, mirando la lesión del hijo. Su mujer lo miró con ojos tristes y en punto de llorar.
- Él dijo que apareció un hombre y… y… - su llanto rompió su voz mutándola en un tono ronco. - Y lo estranguló… Dios, mira que signo. -
Peter se acercó a ellos y se arrodilló en el suelo. Con una mano agarró la de su esposa y en silencio acarició la cabeza de Timmy perdiendo sus dedos en su cabello, en seguida posó suavemente la bolsa de hielo en su cuello.
- Pronto la policía estará acá, ese infame será atrapado. Revisé tanto arriba como abajo, pero no he encontrado a nadie. Seguro que huyó. - murmuró sin apartar los ojos del hijo. - También llamé a Marcus. -
Ninguno de los dos podía entender por qué alguien tendría que medirse con un niño, sobre todo con su hijo. ¿Quién podría estar resentido con ellos?
A la espera de la policía se mantuvieron a vejar sus cerebros para satisfacer una respuesta, pero ninguno se acercaba en absoluto a algo similar. Diez minutos más tarde, la policía llegó y se estacionó frente a su casa.

Peter, una vez escuchándolos, se aventajó para hacerse encontrar en el piso de abajo y abrió la puerta. Mientras el segundo oficial entraba en el interno de la casa con la pistola en la mano Peter informaba nuevamente lo que había ocurrido, entonces también el primero entró.
La casa fue inspeccionada de arriba abajo y luego se perduraron con mayor atención a la habitación del hijo de los Long. En ese instante llegó también Marcus, amigo de secundaria de Peter y médico de familia, y se precipitó sin titubear al piso de arriba.
Era un hombre con físico bastante robusto, llevaba gruesas gafas cuadradas muy vistosas y poseía cabellos voluminosos que solía llevar hacía atrás, pero por la presura de lo que había pasado no había tenido tiempo para hacerlos dignos.
Al termino de las investigaciones el segundo agente que había entrado a la casa primero llamó Peter fuera del cuarto del hijo. A sorpresa de Peter no se había encontrado nada que pudiera indicar el paso de un extraño. Ninguna irrupción había sido ejecutado y nada de insólito había sido identificado.
Preguntaron a Peter si había alguien que les tuviera en la mira y él negó como a tantas de las otras preguntas que no encontraron respuestas exhaustivas.
Peter los agradeció y los acompañó hasta el pórtico. En ese momento Marcus bajó las escaleras y se detuvo para reportar la estabilidad de Timmy.
- Afortunadamente no es una lesión grave, tendría que desaparecer con el paso de algunos días. - lo informó. - En el caso de que se presenten dolores he dejado a Alicia algunas pastillas analgésicas. -
- Gracias, Marcus. - suspiró.
- No puedo entender cómo pueden estar reñidos con ustedes, sobre todo con Timmy. - comentó afligido.
- Yo tampoco. - se frotó la cabeza. - Espero que puedan atraparlo. -
- ¿Qué han dicho? -
- No encontraron nada en la casa, se quedarán toda la noche afuera por seguridad. - explicó.
Marcus asintió con la cabeza. - Verás que todo saldrá bien, no te preocupes. - trató de tranquilizarlo poniendo una mano sobre su hombro. - Para cualquier cosa llámame. -
- Lo haré. Gracias de nuevo, Marcus. - le abrió la puerta.
- No te preocupes, amigo mío. - salió.
Antes de regresar por su esposa y su hijo controló que cada posible entrada fuera bien sellada. Fijó con seguridad las ventanas con mayor certidumbre y, no satisfecho, encerró también las cortinas impidiendo además la accesibilidad de la luz externa.
Entró en el cuarto. Timmy seguía durmiendo y de su expresión inquieta parecía que algo lo estuviera persiguiendo también en sus sueños, mientras la madre hacía de todo para apaciguar al menos su reposo de quizás alg
ún evento vehemente.
- Tendríamos que instalar la alarma, Peter. - le anunció Alicia.
- Lo haré. Mañana llamaré. - aprobó observando una vez más esa horrible lesión en el cuello.

miércoles, 28 de octubre de 2015

New life (Capítulo III)

Capítulo III (parte primera)


- ¿Qué sucede? Alicia, Timmy! - gritó.
- Papá, tengo miedo, papá. - chilló Timmy con voz grácil.
- Solo se fue la luz, querido. - anunció la esposa riéndose por el necio susto que tuvo.
- El generador debe estar en ese cuartito abajo de las escaleras, voy por él. - informó bajando el primer peldaño. - No te preocupes, campeón, haré volver la luz en un segundo. - tranquilizó el hijo.
- Está bien, papá. - asintió con voz temblorosa.
El pequeño Timmy no era un tipo valiente y todo el mundo estaba seguro de que él había tomado los genes de la madre, ya que ella solía aterrorizarse por minucia de poca importancia. Su minúsculo corazón empezó a estremecerse más fuerte desde que las luces se habían apagado y aún ahora los latidos seguían sin ninguna intención de estabilizarse.
Se había quedado inmóvil, petrificado, encima de aquella alfombra azul esperando que sus chiquitos ojos se acostumbraran a la oscuridad o, mejor aún, al retorno de la luz. Al menos estaba agrado de que un rayo de luz proveniente de afuera se había permitido infiltrarse en su habitación, exhortando un poquito su coraje.
Se encerró en sí mismo llevando sus piernas a su pecho y con el pensamiento espoleó su padre a apurarse, porque de repente un silencio había descendido sobre los habituales ruidos que persisten en el mundo. Solo un cuarto insonorizado tenía estas magnificas capacidades de traer una paz total al propio oído, empero el cuarto de Timmy no estaba equipado con tal dote.
Efectivamente algo comenzó a oír. Algunos pasos firmes y tranquilos resonaron en el pasillo mal iluminado y parecieron destinarse en el cuarto de Timmy. A pesar de ellos Timmy no se rindió fácilmente al miedo, aunque si una ligera cobardía ya estaba manipulando su mente con las peores pesadillas que un niño jamás pudiera tener.
- ¿M… mamá? - silbó con voz cortada.
No hubo respuesta del oscuro pasillo que conducía aquellos pasos a él.
- ¿P… papá? - balbució, como si estuviera a punto de llorar.
Nada. El pasillo emitía solo esos profundos ruidos, nada más. Esa esbelta cobardía cambió abruptamente en un inmenso terror y sin apartar los ojos humedecidos del umbral se alejó del centro del cuarto, agazapándose en la esquina de la pared, entre el escritorio color amarillo crema y el nuevo armario blanco.
Los pasos se habían vuelto más fuerte y se divulgaron en el cuarto como si alguien caminara de ida y vuelta en él. Pero Timmy no veía nadie en el interno, solo podía oírlos acercarse más y más. Cada vez más.

No habría querido parpadear, pero sus ojos ardían y pedían clemencia; y fue en ese leve momento que una silueta apareció de pie en el umbral. Timmy sobresaltó hacia atrás y su cuerpo se inmovilizó. Un gélido aire pesado arrió sobre él, su corazón latía tan fuerte que parecía querer salir de su pecho y su respiro se detuvo.
El hombre se mantuvo inerte a la puerta y, si solo hubiera sido una alucinación del pobre Timmy, no daba indicios de disolverse en el aire así como había aparecido. Además, incluso si la luz exterior no era suficiente para iluminarlo, concretaba sin duda su existencia.
Quería gritar el nombre de su padre, de su madre, pero el terror bloqueaba cada uno de sus músculos; y la razón era bien justificada: el hombre avanzó lentamente y entró en su habitación. Sus pasos eran diferentes. Eran tan ligeros y privados de cualquier sonido que no se parecían a los anteriores y en silencio se aproximaban a la pobre victima aterrorizada.
Aunque se la pared detrás suyo le impedía retroceder, su acción se conservó invariable y continuó obstinadamente. Quería traspasarla, con toda su fuerza, y alejarse lo más posible de él, pero el único que se movía era aquel inquietante hombre con el rostro celado en la oscuridad, el cual avanzaba pacientemente.
“¡Papá! ¡Mamá! ¿Dónde están?” gritó en su cabeza.
La cobardía de Timmy llegó al culmen cuando el hombre estuvo a mitad de camino de él, pronto superó a la alfombra oval en el centro del cuarto. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su cuerpo se encerró en sí mismo. Selló con gran fuerza sus parpados y no se atrevió a mirar lo que ahora estaba un paso de él.
No era necesario ver para saber dónde se localizara. Timmy oyó sus últimos pasos silenciosos como un susurro detenerse frente a él. Él lo sentía, percibía su presencia en pie que lo miraba.
El hombre se agachó y extendió su cara desconocida a la de Timmy. Estaba tan cerca que podía escuchar su respiro tranquilo y satisfecho acariciar su rostro y elevar su terror. Sollozó varia veces y esperaba despertarse en cualquier momento, ya que estaba convencido de que estuviera encerrado en una terrible pesadilla. Era lo que deseaba.
El hombre extendió sus labios a la oreja de Timmy y le susurró una breve frase. El horror, la perversión y la crueldad de esa frase penetraron en su mente. Abrió los ojos: las lágrimas se congelaron y su respiro empezó a sofocarle.
Su inocua mente no podía entender como una persona pudiera decir tal cosa, hilarante y con ganas de que ella se haga realidad.
- Extorsionaré tu pequeña alma de tu cadáver con mis propias manos. - murmuró con una loca y anormal sonrisa expedita.
El hombre se detuvo a mirarlo y con tenebrosa sonrisa saboreó el terror que emanaba el minúsculo cuerpo acurrucado como una agradable fragancia. Timmy le devolvió la mirada, pero la verdadera razón por la que lo hizo fue porque no podía desviarla, por lo tanto que lo deseaba. Estaba bloqueado. Podía ver en sus ojos la locura en persona, la sed de sangre que estaba ansioso de ser satisfecha y la gratificación que habría obtenido.
La pupila era tan exigua y tenue que se ahogaba en su verdoso iris, casi desapareciendo en él, y su enorme sonrisa expedita evidenciaba un entusiasmo que no parecía poder ser contenida. El pequeño Timmy no olvidaría fácilmente aquella horrible expresión y seguro lo habría perseguido por toda su vida. Sus sueños ya no habrían sido tranquilos y serenos como antes, sin embargo se habrían convertido en siniestras y angustiantes pesadillas.
El hombre estiró la mano hacia adelante y trató de agarrar la cara de Timmy. La oscuridad jugó aún más con la mente de él mudando la mano en lo que no era: parecía tan agotada de parecer muerta y que poseyera largas y amenazantes uñas extremadamente agudas.
Timmy abrió la boca, pero la mano del hombre aferró su cuello y oprimió el grito fino y desesperado que habría querido advertir a los padres. La huesuda y frágil mano comenzó a estrecharle la garganta como una grande pinza de acero y a pesar del aspecto parecía más forzuda de lo que parecía.
El respiro de Timmy fue abruptamente estropeado y su garganta ardió como si en el interno hubieran explotado miles de agujas. Sus pulmones exigían aire del cual habían sido privados y los gritos de miedo se manifestaron solo en sus pequeños ojos abiertos de par en par de los cuales seguían fluyendo infinitas lágrimas. Con las manos trató sin éxito de deshacerse de la toma y además más se estremecía más era el oxígeno que los pulmones pretendían.
Su mente un poco anublada trató de descubrir el motivo por lo cual el hombre estuviera haciendo eso, porque quisiera terminar con su vida, pero no encontró ninguna respuesta. Mientras tanto, su energía esfumaba gradualmente junto a su vista, la cual estaba envuelta en la oscuridad que internaba más y más.
Una sola cosa vio en el centro del agujero que se guardó bastante nítido: una perturbadora y siniestra sonrisa que parecía probar alegría en hacer aquella atrocidad. La vitalidad del pobre hijo de los Long venía rasgada lejos de su cuerpo como había informado anteriormente el hombre, las minúsculas manos aflojaron su agarre y se resbalaron de esos gélidos brazos y sus parpados lentamente se abandonaron a la oscuridad.
Pero, inesperadamente el aferre del hombre fue abandonado y contemporáneamente una voz femenina gritó el nombre de Timmy. La silueta se alejó de él y con su usual sonrisa divertida salió del cuarto.

miércoles, 21 de octubre de 2015

New life (Capítulo II)

Capítulo II

El fragor del cuerpo sobre la maciza madera del parquet resonó hasta el piso de abajo difundiéndose a la cocina, donde su esposa estaba abriendo, solo ahora, la segunda caja que permaneció intacta; porque en seguida saltó en pie y corrió hacia las escaleras.
El corazón le palpitaba en su garganta y su respiro se detuvo. Ya había experimentado ese ruido, ella sabía lo que iba a encontrar. Se dejó convencer de que ya no iba a pasar, pero tal vez era demasiado pronto para afirmarlo. Se dirigió al cuarto, sus pasos jadeantes fueron los únicos sonidos que resonaban por toda la casa, y cruzó el umbral. El pequeño Timmy estaba allí.
- Papá, papá… ¡despiértate! - gritó percutiéndolo intensamente.
La madre se arrodilló en el suelo y se llevó el cuerpo inconsciente en sus brazos.
- Cariño… cariño. - cuidadosa se aseguró que no se habría golpeado la cabeza. - Mi amor, ve a buscar una barra de chocolate. Tan pronto se restablezca la necesitará. -
- Voy. - como un relámpago salió del cuarto y sus chiquitos pero ruidosos pasos persistieron hacia la cocina.
Mientras que la esposa trataba de reanudarlo, el hombre poco a poco recuperó la conciencia y lentamente abrió los ojos, como si despertara de un sueño profundo. Antes de emitir algún sonido se quedó contemplando la mujer con la que se había casado, como si estuviera bajo algún tipo de alucinación. Sus lucientes ojos de color castaños reflejaban la ansiedad que Peter esperaba no volver a ver más y su sonrisa carnosa exaltaba la felicidad al ver que él estuviera bien.
- Estás siempre más radiante. - entabló Peter con un hilo de voz.
- Oh, cállate. Nos hiciste preocupar. - contestó su esposa.- Tranquila, querida. - pausadamente extendió la mano a su lisa cara. - Ahora nos está esperando una nueva vida en este distrito colmo de tranquilidad y paz. Las cosas mejoraran, confía en mí. -
- Está bien. - cerró los ojos y se dejó aliviar por las flojas caricias de Peter.
Pequeños pasos se dispersaron otra vez en toda la casa y pronto un minúsculo cuerpo entró en el cuarto a una velocidad increíble. Se detuvo frente a ellos. Su minúscula cara en “v”, idéntica a la madre, estaba decorada con algunas gotitas de sudor, los párpados sellados ocultaban el color heredado del padre y su pelo castaño oscuro, por lo general despeinado con un velo de gel y dirigidos a la derecha, estaba un poco acostado en la frente.
- El chocolate. - jadeó con una voz aguda.
- Gracias, campeón. - le dio una débil sonrisa. El niño mostró una enorme sonrisa de satisfacción marcando sus hoyuelos infantiles y Peter aferró la barra con un agarre inestable. Arrancó un delicado bocado y masticó lentamente.
- ¿Cómo estas, papá? - preguntó apurado el hijo.
- Ahora me siento mejor. - respondió tragando otro trozo. - El chocolate me está recargando. Gracias por traérmela. -
Los ojos del pequeño Timmy se iluminaron y, satisfecho, hundió aún más sus mejillas; adoraba ser de ayuda a su padre, en cualquier cosa que podría hacer. Terminada la minúscula barra pero con poder efectivo, Alicia y Timmy lo ayudaron a levantarse y permanecieron a su lado hasta que su cuerpo estuviera bien estable.
Su esposa, luego de dejarse persuadir persistentemente de su marido, concordó en que continúe lo que estaba haciendo antes del desmayo, aunque se obstinaba en la idea de que se quedara en reposo. Por lo tanto, antes de regresar a la cocina, susurró discretamente en la oreja del hijo que esté alerta y vigile al padre desde su cuarto. Timmy secundó el comando como un soldado y pavoneado se dirigió a su provisorio punto de observación.
Alicia entró en su nueva cocina de la cual se había enamorado la primera vez que había cruzado el umbral del gran arco de madera oscura, la cual separaba el comedor de esta última. Era una cocina más moderna y más grande respecto de aquella de su casa anterior, tan grande que al centro de la sala había una enorme base de madera aislada con cajones y puertas marrón opaco y manija gris metálico, mientras la parte superior era blanca. Una vez recogido la segunda caja prosiguió en alojar sus utensilios meticulosamente lustrados en su nuevo hogar y trató de llenar todos los cajones, pero llegando a la última caja muchos de ellos iban a quedarse sin algo que custodiar.
Se llevó una mano a la frente, desecó las pocas gotas de sudor que se habían asestado y apartó el mechón rubio platino hacía atrás, luego se mantuvo a contemplar en silencio por algunos segundos. Contrayendo la frente encontró una única y bien estudiada solución, una solución que no deploraba en absoluto.
“No me queda otra que ir de compras, no puedo permitirme tener una cocina desorganizada.” reflexionó con leve sonrisa y dobló la última caja que había abierto.
Mientras tanto, en el cuarto del pequeño Timmy, todo iba en auge. Obviamente su habitación era de mayor dimensión respecto de aquella en la cual había vivido por siete años y su imaginación podía tener libre diversión sin frenos.
Estaba sentado al centro del cuarto, sobre una alfombra oval azul oscuro, muy adaptada a las paredes aliviadas con un celeste claro, y seguía todavía con la primera caja; aparentemente colocar los juguetes en sus lugares adecuados parecía una tarea más ardua a diferencia de lo que había pensado su madre. Sin nada más, un destino distinto habían sufrido sus libros que fueron distribuidos en desorden y sin interés en la librería ubicada en la esquina de las paredes norte y oeste.
Sin embargo, a pesar de estar inmerso en su mundo imaginario en el cual los juguetes disfrutaban de una propia vida, con oído vigilante esperaba cada ruido inusual que podía provenir de la habitación de los padres, de modo que podría alertar inmediatamente a su madre.
Pero, auspiciosamente el padre parecía estar mejor y las palabras persuasivas dichas a su esposa abrazaban la verdad. Con gran velocidad había efectuado la mayor parte de su faena y su cuerpo no se veía afectado.
“Desde hoy será diferente.” sonrió.
La familia Long se explayó por horas hasta que también la última caja fuera vaciada, todos los objetos habían obtenido un nuevo hogar.
Peter levantó un vistazo a la ventana sur del cuarto y pudo notar que el día había llegado al fin. Era consciente de que habría sido mejor mudarse al amanecer del sol y, empero, a pesar de eso, había decretado un momento distinto, ya que el domingo era el único día tan esperado en el cual podía disfrutar de unas horas más de sueño. Se acercó a la cama y se sentó, a continuación no pudo hacer nada para no echarse.

“Perfecto.” bostezó y sus parpados bajaron en silencio.
Dos gritos agudos lo sacudieron antes que podría entrar en aquel profundo sueño, del que ni siquiera los golpes habrían podido desvelarlo. Se puso de pie y se precipitó afuera del cuarto. La oscuridad envolvía casi totalmente la casa, excepto de algunos rayos de luz procedentes de las farolas de la calle. La luz adentro de la nueva casa se había disuelto por completo.

miércoles, 14 de octubre de 2015

New life (Capítulo I)

Capítulo I


Una nueva vida la esperaba a Peter Long, nueva casa, nuevos vecinos y nuevas costumbres. Había adquirido una casita sencilla en un distrito muy estoico a las afueras de la ciudad, menos contaminado y menos peligroso que ella. Sin embargo, el pobre Peter no rehusaba el minúsculo precio que tenía que pagar: habría tenido que levantarse una hora antes de su horario habitual y llegar puntualmente a su estresante trabajo si deseaba preservarlo.
Trabajaba desde los quince años como redactor en una redacción periodística y seguido a la jubilación del amable director que fue remplazado por su subalterno, un hombre vil, egoísta y jactancioso, todo cambió.
Desde ese día muchos empleados fueron despedidos sin una explicación inteligible o con mediocre justificación como la renovación del personal. Y fielmente desde ese día el purgatorio llegó a su vida, o palabra más fiable el infierno.
Peter tenía que ser más escrupuloso en su trabajo y ser cabalmente puntual en la comprobación y agrupamiento de los artículos que entregar, nunca desviaba sus ojos de su computadora y, con arduo entrenamiento, logró desdeñar la señal alarmante que le instigaba a hacer una carrera al baño como sucedió a su, actualmente, ex colega; además nunca se atrevió a cruzar la mirada de ese novato director o sin alguna duda sería convertido en su nuevo placer.
La tensión calzaba su cuerpo como una normal prenda y sin embargo, una vez vadeado el umbral de la casa, exhibía una amable y calurosa sonrisa a su esposa y utilizaba su tiempo de descanso para divertir al pequeño Timmy, su hijo de siete años, el cual aguantaba vehemente su regreso.
Por lo cual vivir en la ciudad desgarraba gradualmente su autocontrol, el estrés le había ocasionado varios desmayos y diferentes noches se acababan en blanco a causa de los fragorosos ruidos del tráfico que retumbaban en las calles; esos fueron unos de los tantos motivos por lo cual había decidido cambiar de aire, por lo menos respeto al lugar.
El traslado se había realizado en un maravilloso domingo solar y la familia Long se adelantaba a acomodar en los respectivos sitios todos los objetos embalados. Su esposa estaba plenamente hechizada en clasificar su nueva cocina, disponiendo cada utensilio, comprados más por capricho que por finalidad, en los compartimentos adecuados, mientras el pequeño Timmy en su nuevo cuarto se desempeñaba de sus incalculables juguetes, pero solo luego de haberlos comprobados por lo menos dos veces.
Entretanto Peter se había dirigido a su dormitorio con una de las tantas cajas escrupulosamente sellada para luego seguir con la segunda y etcétera, escaleras arriba y abajo. Su recorrido venía siendo fugazmente repetido por un viejo espejo rectangular en la pared este del cuarto, el cual tenía un grueso y voluminoso marco de madera y concedía la disponibilidad a cualquiera de poder admirar su propio reflejo desde la cabeza a los pies.
A la cuarta caja se detuvo, con un ojo había advertido de vez en cuando aquel movimiento a su lado y, volteándose, captó en la pared ese enorme objeto anticuado y remoto. Dejó la caja al suelo y se acercó a él.
“Me había olvidado de este viejo espejo empolvado. Será mejor que lo limpie antes que Alicia lo vea o le vendrá uno de esos infartos aparatosos.”
Agarró un trapo que había llevado por cualquiera eventualidad junto a la primera caja y empezó a acariciar el agro y áspero espejo que poco a poco reanudó su lisa superficie, declarando algunas partes de su limpiador.
La primera cosa que fue reflejada fueron sus ojos verdes, un tiempo más brillantes, y bolsas muy acentuadas que testimoniaban su pésima situación; luego apareció su cuerpo desnutrido consumido a causa de su trabajo opresivo, nutrirse se había convertido en un requisito de poca importancia; tercero y último, sus cabellos negros cortos que si hubieran sido más largos nunca habría tenido el tiempo de hacerlos presentables y su sonrisa que con gran esfuerzo lograba adoptar.
Con una ligera tos terminó su obra y retrocedió de un paso. Un tenue mareo se apoderó de él durante unos segundos, no obstante con un gran y calmado respiro trató de ignorarlo.
Nunca más habría ocurrido, ya no se habría desmayado, no habría hecho preocupar su esposa. De aquel día nunca más. 
Contempló su aspecto y lamentablemente aceptó su horrible apariencia. Empero algo más llamó su atención: más veía su rostro, más una mirada satisfecha y maliciosa aparecía. Repentinamente el mareo en la cabeza ardió, el cuarto empezó a voltear a una rapidez anormal, una gran confusión se apoderó de su lucidez y su cuerpo estuvo a punto de desplomarse.

Para mitigar el desorden cerró sus ojos y a ciegas buscó inmediato apoyo. Quería echarse o al menos sentarse en la cama, pero su sentido de orientación estaba totalmente aturdido. Al tacto con los dedos advirtió una superficie fría y suave, luego para Peter el mundo se oscureció.