miércoles, 4 de noviembre de 2015

New life (Capítulo III)

Capítulo III (parte segunda)

Pasos inquietos y rumorosos se precipitaron por las escaleras a la habitación del hijo, el cual, acurrucado en el suelo, tosía violentamente en la busca de oxígeno.
- Timmy, me pareció escucharte gri… ¿Qué te pasa? - corrió hacia él siguiendo su respiración jadeante y se arrodilló al lado de él.
Tosiendo y asfixiándose con sus propias lagrimas resolló: - Me… me estaba sof… sofocando. -
- Por el amor de Dios! ¿De qué hablas? ¿Quién? -
- El hombre… el hombre negro. - era lo que la mente de Timmy había realizado.
- ¿El hombre negro? - exclamó la madre. - Pero, mi amor, no existe. Ya te contamos la verdad. -
En ese momento la luz volvió y Alicia pudo ver con sus propios ojos desconcertados y aterrorizados lo que su hijo afirmaba.
- ¿C…? ¿Cómo conseguiste eso? - acercó con cautela las manos a un enorme signo bien marcado en su cuello.
- Te lo dije… el hombre negro. - respondió llorando. - Estaba… estaba oscuro y él apareció… - la frase fue interrumpida por sus sollozos mientras sus pulmones parecían haber recuperado el oxígeno perdido.
Otros pasos subieron por las escaleras y se dirigieron a ellos.
- Que maldita puertita, se había bloque… ¿Qué ha pasado acá? - se alarmó encontrándoles en el suelo.
La madre tomó al niño inundado de lágrimas en sus brazos y se dirigió a su cuarto pasando al lado de Peter, advirtiéndolo que tenía que llamar inmediatamente la policía. El marido confundido preguntó explicaciones y su esposa le mostró la ingente lesión que tenía diseñado en su cuello señalándole que alguien se había introducido en la casa.
Peter se disparó preocupado hacia él, pero luego se detuvo y, aferrando un cuchillo con el cual había abierto las cajas, salió del cuarto. La mujer dejó con cuidado su hijo encima de la cama y, quedándose a su lado, tentó de tranquilizarlo, mientras tanto oía de lejos la voz de su marido que hablaba por teléfono con la policía, instándole a enviar a alguien tan pronto como sea posible.
Timmy se quedó traumatizado y esto era confirmado por su duradero temblor corporal y perennes sollozos, pero las reconfortantes caricias de la madre acompañadas de una dulce canción en parte lo calmaron y lo hicieron dormir en sus brazos.
Después de unos minutos Peter se precipitó en su cuarto con una bolsa de hielo y agobió su esposa con miles de preguntas, mirando la lesión del hijo. Su mujer lo miró con ojos tristes y en punto de llorar.
- Él dijo que apareció un hombre y… y… - su llanto rompió su voz mutándola en un tono ronco. - Y lo estranguló… Dios, mira que signo. -
Peter se acercó a ellos y se arrodilló en el suelo. Con una mano agarró la de su esposa y en silencio acarició la cabeza de Timmy perdiendo sus dedos en su cabello, en seguida posó suavemente la bolsa de hielo en su cuello.
- Pronto la policía estará acá, ese infame será atrapado. Revisé tanto arriba como abajo, pero no he encontrado a nadie. Seguro que huyó. - murmuró sin apartar los ojos del hijo. - También llamé a Marcus. -
Ninguno de los dos podía entender por qué alguien tendría que medirse con un niño, sobre todo con su hijo. ¿Quién podría estar resentido con ellos?
A la espera de la policía se mantuvieron a vejar sus cerebros para satisfacer una respuesta, pero ninguno se acercaba en absoluto a algo similar. Diez minutos más tarde, la policía llegó y se estacionó frente a su casa.

Peter, una vez escuchándolos, se aventajó para hacerse encontrar en el piso de abajo y abrió la puerta. Mientras el segundo oficial entraba en el interno de la casa con la pistola en la mano Peter informaba nuevamente lo que había ocurrido, entonces también el primero entró.
La casa fue inspeccionada de arriba abajo y luego se perduraron con mayor atención a la habitación del hijo de los Long. En ese instante llegó también Marcus, amigo de secundaria de Peter y médico de familia, y se precipitó sin titubear al piso de arriba.
Era un hombre con físico bastante robusto, llevaba gruesas gafas cuadradas muy vistosas y poseía cabellos voluminosos que solía llevar hacía atrás, pero por la presura de lo que había pasado no había tenido tiempo para hacerlos dignos.
Al termino de las investigaciones el segundo agente que había entrado a la casa primero llamó Peter fuera del cuarto del hijo. A sorpresa de Peter no se había encontrado nada que pudiera indicar el paso de un extraño. Ninguna irrupción había sido ejecutado y nada de insólito había sido identificado.
Preguntaron a Peter si había alguien que les tuviera en la mira y él negó como a tantas de las otras preguntas que no encontraron respuestas exhaustivas.
Peter los agradeció y los acompañó hasta el pórtico. En ese momento Marcus bajó las escaleras y se detuvo para reportar la estabilidad de Timmy.
- Afortunadamente no es una lesión grave, tendría que desaparecer con el paso de algunos días. - lo informó. - En el caso de que se presenten dolores he dejado a Alicia algunas pastillas analgésicas. -
- Gracias, Marcus. - suspiró.
- No puedo entender cómo pueden estar reñidos con ustedes, sobre todo con Timmy. - comentó afligido.
- Yo tampoco. - se frotó la cabeza. - Espero que puedan atraparlo. -
- ¿Qué han dicho? -
- No encontraron nada en la casa, se quedarán toda la noche afuera por seguridad. - explicó.
Marcus asintió con la cabeza. - Verás que todo saldrá bien, no te preocupes. - trató de tranquilizarlo poniendo una mano sobre su hombro. - Para cualquier cosa llámame. -
- Lo haré. Gracias de nuevo, Marcus. - le abrió la puerta.
- No te preocupes, amigo mío. - salió.
Antes de regresar por su esposa y su hijo controló que cada posible entrada fuera bien sellada. Fijó con seguridad las ventanas con mayor certidumbre y, no satisfecho, encerró también las cortinas impidiendo además la accesibilidad de la luz externa.
Entró en el cuarto. Timmy seguía durmiendo y de su expresión inquieta parecía que algo lo estuviera persiguiendo también en sus sueños, mientras la madre hacía de todo para apaciguar al menos su reposo de quizás alg
ún evento vehemente.
- Tendríamos que instalar la alarma, Peter. - le anunció Alicia.
- Lo haré. Mañana llamaré. - aprobó observando una vez más esa horrible lesión en el cuello.

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