miércoles, 2 de diciembre de 2015

New life (Capítulo VII)

Capítulo VII

- ¿Cuánto se demora? - se preguntó Alicia martirizando su labio inferior.
Se alejó silenciosamente y delicadamente de Timmy y se acercó a la ventana. El pequeño Timmy no permitió de ser importunado, ya había alcanzado ese sueño intocable y por su rostro parecía que fuera en el interno de un mundo más aquieto y sereno a diferencia del real.
- Maldita sea, de aquí no se puede ver nada. - tronó asomándose lo más posible al externo, la brisa nocturna le besó su cara. - Quizá es mejor que vaya a controlar. - se dirigió hacia el mueble que hacía de obstáculo.
Pero, inesperadamente la luz desvaneció y dejó a Alicia y Timmy en la oscuridad, solamente livianas fajas de luz exterior iluminaban el cuarto. La visibilidad era casi totalmente ciega, Alicia tuvo que menear un poco los brazos para no toparse con algunos muebles escondidos.
Arribada al mueble frente a la puerta se arrestó y se quedó en silencio. Una duda surgió en su mente: ¿era una cosa inteligente ir a ver la razón del blackout? No, tal vez no lo era. Era mejor esperar algunos minutos para el retorno de Peter y diversamente hubiera llamado la policía como había referido el oficial.
- M… ¿Mamá? - sollozó Timmy.
- Estoy aquí, mi amor. - respondió prontamente la madre.
Gracias a la luz proveniente de la ventana atrás de la cama, pudo entrever su hijo sentado su ella y fue capaz de moverse hacia él. Si para ella era fácil distinguir su hijo en la oscuridad gracias a aquellos destellos de luz, desde el punto de vista un poco amodorrado de Timmy no fue lo mismo.
Sus pequeños ojos podían sólo vislumbrar una sombra negra acercarse paso a paso y su mente traumatizada no pudo hacer otra cosa que anexarla a aquel recuerdo que había casi suprimido. Sus pensamientos mudaron en varias escalofriantes sonrisas y manos huesudas que su mente transportó en aquella sombra que se aproximaba lentamente a él, sólo porque Alicia tenía temor de tropezarse con algo.
Timmy saltó en pie encima de la cama, sus ojos estaban cegados por las lágrimas y su cuerpo estaba temblando más de una hoja a punto de caer de un árbol.
- Mamá… mamá está acá. - gritó retirándose hacía la cabecera de la cama.
- ¿Quién? - miró a su alrededor.
- El hombre negro. - exclamó llorando y tratando de abrir la ventana.
- Mi amor, ¡Para! No hay nadie acá. - se lanzó hacia él.
- Está delante de m… -
La madre salió completamente de la oscuridad y su preocupado y dulce rostro hizo desvanecer cada alucinación que la mente de Timmy había hecho real, también las manos huesudas se dispersaron en el aire como humo.
- Mamá… - bisbisó con voz aguda.
Su cuerpo cesó por la fuerte tensión y se sentó en las suaves almohadas de plumas de oca. Valientemente aguantó las lágrimas que estaban listas por deslizar en su cara en cualquier momento y se frotó los ojos. La madre lo tomó entre sus brazos.
- ¿Por qué está de nuevo oscuro? - preguntó frotando su nariz húmeda.
- Se fue otra vez la luz. - explicó la madre.
- Mamá… no podemos quedarnos acá, él regresará. Tenemos que encender las luces. - tentó de levantarse, pero la madre lo cohibió.
- No te preocupes, mi amor. Papá está acá afuera con el agente, cuando vuelve hará regresar la luz. - le acarició los pelos.
- Vamos a él, te ruego, mamá. - se bataneó.
La madre observó sus heridas y entendió su terror. - Está bien, vam… -
- ¿Mam… ? -
Alicia selló la boca de Timmy con la mano, antes que acabara la frase, y miró hacia la puerta: la manija empezó a estremecer violentamente. No se había equivocada.
Se quedó en silencio escuchando el movimiento rotatorio de la manija y, mientras, cohibió los movimientos turbulentos y aterrorizados del hijo. Si más allá de la puerta estuviera su marido o el oficial no habrían vacilado en anunciar su presencia, por lo tanto se había paralizado literalmente. Su hijo tenía razón, había vuelto.
Parpadeó y se percutió. Había esperado demasiado tiempo: alargó la mano hacia la mesa de noche y cogió el teléfono. Empezó a marcar los números, cuando la manija se amansó y Alicia arrestó todos sus movimientos. Se quedó a oír cualquier mínimo sonido.
En aquel momento la puerta empezó a temblar violentamente como se tuviera vida y a Timmy le escapó un minúsculo grito agudo, mientras la madre saltó hacia atrás, dejando caer el teléfono. La puerta estremeció más y más fuerte hasta el punto de que incluso las paredes parecieron temblar, otros golpes más y la cerradura hubiera cedido como una galleta seca despedazada a la mitad.
Una idea repentina iluminó la mente de Alicia: corrió al baño, cogió las llaves y cerró la puerta. En seguida asió Timmy y se adentró debajo de la cama, donde la oscuridad era aún más patente.
La puerta se abrió de par en par y se chocó contra el mueble, la apertura concedida era mínima para impedir el paso incluso a un minúsculo ratón de campo. Un breve silencio se apoderó de ambas partes, el hombre no daba signo de insistir para abrir la puerta mientras Alicia se quedó muda escuchando cada uno de sus próximos movimientos.
La mujer tuvo la tentación de curiosear si la amenaza más allá de la puerta había renunciado a entrar, pero una inmensa cobardía y su hijo, ceñido a ella como un pólipo, se lo impedía. Pero muy pronto los fuertes latidos se levantaron de la puerta y una respuesta le fue inmediatamente dada.
Los golpes eran increíblemente impetuosos, cada de ellos un leve temblor se propagaba hacia Alicia como vibraciones que se extendían a través del parquet y algo de enorme rozaba poco a poca en su encima. El pequeño Timmy a cada golpe se estrechaba más a la matriz de la madre, escondiendo la expresión aterrorizada que tenía dibujado en su rostro.
Alicia entrevió astillas de madera desmenuzarse en el suelo y el grueso tamaño del mueble, en gran parte ocultada por la oscuridad, seguir moviéndose. Hubo un último áspero golpe y miles de astillas estrellaron en todos los lados, el mueble dejó de moverse.
Silencio. Un pie seguido por el otro se puso ligeramente en el suelo, sus movimientos se quedaron inerte.

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