viernes, 8 de enero de 2016

New life (Capítulo XI)

Capítulo XI


Peter importunó con las manos la superficie del espejo y empujó con todas sus fuerzas, aunque se habían muy reducido. El espejo permaneció inmóvil, sólo Peter se movió hasta el punto de deplorarse en sus rodillas. Furioso y preocupado por su esposa estrelló violentos puños, sin embargo fueron sus manos que se afectaron.
Mientras tanto sólo algunos ruidos ahogados se podían escuchar de aquel misterioso lugar en el cuarto de los Long, ruidos que únicamente el hombre que vestía el papel de Peter se dio cuenta y que con una sonrisa provocativa lo confirmó.
- ¡Peter! - tronó Alicia. - Pero, ¿Qué diablos estás haciendo? - se estremeció airada.
El hombre se echó a reír. - Decidí dar un cambio a nuestra vida, cariño. -
- ¡Suéltame! - gritó con vigor. - ¡Suél… ! -
La mano huesuda de él selló su boca y hundió las puntas de sus uñas en sus cándidas mejillas, cuatros hilos de sangre deslizaron hacia atrás de la cabeza.
- No seas maleducada, no queras despertar los vecinos. - sonrió.
Alicia se sacudió violentamente de su agarre y estrelló un puño en el rostro del hombre, cuyo impacto alejó la mano de sus labios.
- Tú no eres mi marido. - afirmó Alicia secando la sangre de su mejillas.
- Eres perceptiva, mujer. - comentó sin disminuir su escalofriante sonrisa.
- ¿Quién eres? ¿Qué le hiciste? - tronó con valentía.
El hombre carcajeó haciendo resonar su risa en toda la casa. - Ni puedes imaginar lo que yo pueda ser. - se acercó a ella y aferró sus pelos. - En cuanto a tu marido… te lo voy a mostrar. -
Alicia fue arrastrada con fuerza hacia el espejo y su cara fue chocada violentamente en él, el dolor alucinante electrificó todo su cuerpo, pero no pudiendo hacer nada presionó únicamente sus dientes y cerró sus ojos. 
- Observa. -
Abrió los ojos y confundida miró el espejo, pero además de su reflejo y el del hombre no vio a nadie más. Empero su marido estaba allí, justo detrás de aquella fría y lisa superficie, que frenéticamente golpeaba el espejo con sus puños empapados de su propia sangre.
Mientras que veía nada más que ellos dos, poco a poco empezó a escuchar unos ruidos sordos provenir del espejo y, incrédula de lo que podía haber, lo examinó con mucho más cuidado.
Un rostro desconcertado, enfurecido y al mismo tiempo aterrorizado apareció frente a los ojos de la mujer; no estaba nítido, pero Alicia lo pudo reconocer. A su pesar Peter le miró, quería poder salir y golpear al hombre que tanto se parecía él, pero por cuanto lo quería no podía.
Los ojos de Alicia se iluminaron y algunas lágrimas se deslizaron en su mejilla, acariciando aquella minúsculas heridas: - Peter… -
- Alicia. - susurró.
Ninguno de los dos podía escucharse, pero fue suficiente leerse los labios para comprenderse.
- No tengo mucho tiempo que perder. - gruñó el doble de Peter, lanzando Alicia detrás suyo.
- Suéltala, ¡hijo de puta! - gritó Peter.
El hombre se rio. - Si fuera en ti yo no haría mucho ruido allí dentro, si no quieres recibir algunas visitas pocos agradables. -
Peter se volvió y observó la oscuridad de manera constante, aunque la visibilidad no era una de las mejores en aquel lúgubre lugar percibió algo de inhumano reptar sigilosamente y acercarse más y más a él. Sintió unas adversas presencias que ni la imaginación habría podido crear un aspecto existente y algunos fuertes y gélidos escalofríos no pudieron hacer nada más que estremecer su cuerpo.
Alicia se obligó a incorporarse, sin embargo los daños sufridos hasta ahora hicieron alcanzar el ápice a su cuerpo y un fuerte aturdimiento, debido al último vigoroso golpe recibido en su cabeza, ralentizaban sus movimientos. Cuando consiguió levantarse el hombre ya estaba cerca de ella y por poco pudo alejarse de él, juntándose a su mesita de noche donde quedaba la última lámpara.
La cogió, levantó el brazo y apuntó al espejo. El hombre hizo una mueca, si algo lo preocupaba no lo hizo ver, solo una mueca invisible.
- Eres inteligente, mujer. - sonrió. - Pero creo que tendrás que encontrar otra solución o nunca más verás a tu marido. -
Incapaz de oírles Peter entendió la idea de su esposa observando solo sus gestos y gritando la instó a proseguir. No obstante, frente a las palabras de aquel hombre que tanto asemejaba a Peter, aquella gran idea que para Alicia había parecido una óptima solución desvaneció y lentamente descendió el brazo.
En aquel instante el hombre se lanzó súbitamente hacia adelante y aferró su cabeza con las dos manos, Alicia pudo sentir de nuevo sus afiladas uñas clavarse adentro de su piel, casi perforando el cráneo.
- Pensar que estabas cerca para liberarlo. - carcajeó. - No tendrías que confiar en las palabras de alguien que trata de asesinarte. -
Alicia se quedó en blanco, observó aquella mirada fatal y luego el espejo donde su verdadero marido la miraba, después de lo cual empezó a llorar, no por el dolor que tal vez advertía, pero por su estupidez.
Peter estremeció furiosamente la superficie fría del espejo, los nudillos y sus palmas habían perdido toda la sensibilidad, mientras el hombre que semejaba a él disfrutaba de aquella perturbada diversión. Él blandió con más fuerza el cráneo de la mujer como un cascanueces y tiró hacia arriba, el cuerpo de Alicia se levantó del suelo y quedó suspendida en el aire.
Giró su cabeza a la izquierda y a la derecha, levantándola más y más. Alicia gritó hacia casi destrozar sus cuerdas vocales, el dolor no era para nada soportable y ninguna palabra podía describir tal sensación. Siguió gritando hasta que un silencio cayó en sus labios, ojos abiertos de par en par hacia arriba, lágrimas interrumpidas, boca abierta y cuerpo blando. El hombre soltó el agarre y el cuerpo de ella se desplomó en el suelo.
- Que fastidio, su cuello cedió antes. - bufó.
- ¡No! - rugió Peter. - Maldito asqueroso, ¿por qué? ¡Déjame salir y enfréntame! - su voz se rajó.
- Ya te aconsejé de no seguir haciendo mucho ruido si no quiere recibir visitas desagradables. - reafirmó el doble. - Ten paciencia, Peter. Me ocupo de tu hijo y vuelvo por ti. -
- ¡No! ¡No te atreves a tocarlo, deja en paz mi hijo! - tronó y contemporáneamente rompió a llorar.
- Humano insignificante, ¿no entiendes que en mi juego nadie sobrevive? - desapareció en la oscuridad del pasillo.

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