viernes, 5 de febrero de 2016

Amnesia (Capítulo II)

Capítulo II

- No quería asustarle, necesito ayuda. - se disculpó educadamente.
- D… dime… - asintió aterrorizado.
- Acabo de despertarme en este bosque y… tengo un vacío en la cabeza, no sé quién soy y donde me encuentro. - explicó. - Por suerte encontré usted. -
- Está dicien… ¿perdió la memoria? - preguntó pasmado.
- Sí, y si no es mucha molestia, ¿podría acompañarme al hospital más cercano que hay? -
El hombre se quedó mirándolo inseguro sobre qué hacer y con la mirada hacia abajo tomó la decisión más humana. Ya que su caña estaba perdida se inclinó hacia el suelo y cogió su maletín con cada pieza de cebo, miró otra vez el hombre y asintió con la cabeza.
- De acuerdo… le ayudaré. Cerca de aquí hay un pequeño pueblo donde vivo con mi esposa, no tendrá un gran hospital, pero podrán ayudarle con su problema. - esbozó una sonrisa.
- Gracias. - afirmó con expresión agradecida.
- El carro está por acá, sígueme. - se adentró en el bosque.
El amante de la pesca prosiguió delante de él, en silencio y observando con el rabillo del ojo cualquier acción brusca de aquel desconocido, temiendo por su vida. Empero el único pensamiento que rondaba en su mente sin recuerdos de aquel hombre se relacionaba sólo a su identidad.
Llegaron a una berlina rojo oscura estacionada bajo la sombra refrescante de un grande y antiguo roble y el pescador, dudando, le invitó entrar. Dispuesto sus equipo de pesca y una vez dentro el auto, partieron.
Por el camino y aquellas curvas molestas los mareos del hombre empezaron a aumentar cada vez más fuerte, como se estuviera dentro de una centrifuga, se agarró con fuerza al auto, esperando que podría disminuir el efecto, y cerrando los ojos alguna imágenes aparecieron en su cabeza.
Cada recuerdo le cruzaba frente a él con una frecuencia de un segundo y no parecía seguir un orden sensible: vio una furgoneta azul oscuro, un hombre herido, una casa besada por el sol, una mujer solar que salía de ella y otro hombre con una escalofriante cicatriz. Ultima breve diapositivas, la misma mujer cubierta de sangre.
Abrió los ojos por unos momentos, asustado y sudoroso, y en seguida perdió el conocimiento, oscureciendo aquel hermoso día luminoso.

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