lunes, 18 de julio de 2016

The unexpected meeting (Capítulo XIII)

Capítulo XIII

El capó del auto empezó a doblarse hacia el interior y la parte posterior se elevó como si una gigantesca mano la estuviera izando. A pesar que Meredith tuviera el cinturón de seguridad, su cuerpo no habría salido sano y salvo y sería aplastado como carne sellada al vacío. Mientras el vehículo se cerraba hacia sí misma y perdía pedazos que saltaban en el aire como canchitas, el chiquillo erigió una barrera que envolvió tanto él como ella y dejó que pasara lo que debía pasar.
Cuando el auto al fin volvió con sus ruedas en el suelo y se petrificó así como estaba, casi como una hoja hecha una bola, el niño dispersó su barrera. Meredith miró su alrededor y atónita vio como el interno del auto había permanecido intacta, como si hubiera habido una esfera de acero a protegerla. El experimento x-4 suspiró y luchó por respirar como si hubiera corrido un maratón de un kilómetro a toda prisa, mientras la mujer trataba de quitarse el cinturón de seguridad, la cual parecía atascada.
- Tenemos que irnos, tenemos que huir de acá. - gritó Meredith, tirando violentamente el cinturón por la desesperación, a pesar que supiera que así obstaculizaba aún más su intento.
- S… sí. – contestó fatigado el chiquillo, acercándose a ella.
Antes que pudiera hacer cualquier cosa para escapar, de repente la parte frontal del auto empezó abrirse del externo, como cáscara de huevo, y una mano penetró hasta alcanzar el polo recién comprado del niño, aferrando un pequeño extremo de él. Una fuerza increíble lo aspiró y aquel pequeño cuerpo fue chupado por la brecha que se había abierto. Meredith gritó y el niño se estrelló en el duro asfalto.
- Vaya, vaya. Acá está el ratón que escapó. - rio el experimento x-5, una risa no del todo pérfida.
- Me dolió… - sollozó, cerrándose en sí mismo como una hoja que quema. - Yo no tengo tu resistencia. –
- ¿Crees que eso me importa? ¿Sólo porque eres mi hermano? - soltó, su tono tembló levemente, tan levemente que nadie se habría dado cuenta.
- ¿Por qué eres tan malo? No eras así antes. Tendríamos que protegernos el uno al otro, como dos hermanos. – dijo levantándose del suelo y aguantando la gana de llorar.
- Y eso habríamos hecho si tú te hubieras quedado con nosotros y no te hubieras dejado introducir en la cabeza esas idioteces por tu amiguito. - volteó su cabeza y escondió por un segundo su rostro, en seguida volvió a mirarlo. - Te aconsejo de regresar con nosotros, si no quieres terminar como él. –
- No quiero pasar mi vida en una prisión. – contestó x-4, cerrando sus pequeños puños.
- ¡Diablos! ¿Tienes estos increíbles poderes y te quejas? ¿Sólo porque estamos encerrando bajo tierra? Tenemos un grande futuro que nos espera, sólo a nosotros, ya que con esa explosión provocada por tu amigo mató a todos los otros experimentos. - la última frase la pronunció con una malévola sonrisa satisfecha. - Seremos unos perfectos soldados, el mundo necesitará de nosotros y podremos también vivir en una casa normal. Quizás. –
X-4 perdió su mirada en el horizonte, después enfocó su hermano. - Estoy feliz que te deleita el futuro que te han guardado, pero yo no pedí esto, habría querido vivir una vida normal desde el inicio de mi vida. Lo siento, hermano. No podré soportar otros experimentos que me volverán inhumano. –
Su hermano apretó la mandíbula y cerró el puño, como sus ojos, lentamente. En aquel momento quería derribar un edificio de treinta pisos, destruirlo con repetidos y violentos puñetazos sin control, sin embargo tomó un fuerte respiro y dejó que su ira centelleara en sus claros celestes ojos. 
Tranquilamente dijo: - De acuerdo… no tengo otra opción. - arrojó un puño en la palma de su mano, el ruido resonó como un cachete ejecutado por un gigante.
- Déjame ir, sólo déjame ir. - imploró, sus ojos consiguieron igualar los de un cachorro de perro que fue regañado por su dueño.
- Claro, podría hacer así… - con los puños penetró dentro el asfalto y extrajo una losa. -… pero tengo unos ordenes que seguir. – la hizo girar varias veces y la lanzó como si fuera un frisbee.
La losa se zumbó a toda prisa hacia su hermano sin perder cuota y como un misil controlado lo alcanzó, pulverizándose en polvo negro un metro antes. Cuando el polvo se dispersó y descendió casi todo en el suelo, x-5 ya estaba esprintando hacia él y lo alcanzó con uno de sus estruendosos puños. X-4 levantó el brazo y como si hubiera erigido una pared invisible el puño del hermano golpeó algo, permaneciendo inmóvil como una estatua. Hizo una mueca enfurecida, cerrando el puño de la otra mano, y acercó su rostro a la presumiblemente pared impenetrable.
- ¿Crees en serio que tu poder pueda superar el mío? - arrojó el segundo puño, la defensa transparente empezó a temblar como un esqueleto, como si el miedo de x-4 la afectara.
De efecto aquel endeble cuerpo no escondía lo que él realmente era, era lo que su aspecto lo esbozaba, débil y clemente, su resistencia era pésima y su hermano lo sabía. Aquel deshumano aspecto que un niño normal no tenía que poseer a aquella edad recién florecida, demostraba su brutalidad, su fuerza, lo que muy pronto lo habría aniquilado, con barrera o no. Sus pensamientos no alcanzaban su salvación, una fuga, levantarse y correr era una cosa irrealizable, su hermano era más veloz y nada lo habría distraído para que él pueda tener aquella posibilidad. Advertía su aliento en el cuello come un lobo que no come desde meses.
- Vaya, vaya, este es mi segundo ataque y tu barrera ya está temblando. - lanzó una sonrisa presuntuosa y miró hacia el alto, como si estuviera pensando en algo. - No falta mucho para que tú muera como aquel hombre que trató de protegerte.
El chiquillo lo observó, fijo, como si esperara que estuviera mintiendo o que empezara a reírse, pero su mirada impenetrable como si fuera de vidrio no dejaba espacio a la falsedad. La expresión de x-4 cambió, como un lobo que se quita el disfraz de cordero, y poco a poco se incorporó. Su hermano lo miró asombrado, pero para nada intimidado.

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