lunes, 13 de marzo de 2017

The unknown (Capítulo XIV)

Capítulo XIV

Sus corazones saltaron junto al disparo. Todos se volvieron hacia Absalom, hacia la cocina. Sus movimientos habían sido tan rápido que el cañón de la escopeta estaba exhalando su última nube de humo. De un mueble que podía ver a través del arco de la cocina, propio en una de las portezuelas de vidrio, ese liso y frío material, no transparente, pero opaco, se había hecho añicos. Había fallado, pero nadie se había sorprendido.
- ¿Lo conseguiste? - Acacia fue la única que preguntó, su cabeza estaba escondida en el pecho de Abraham.
No era el momento, para nada, pero se había sonrojado.
- No. Vámonos, esa cosa me pone los pelos de punta. - dijo Absalom. - Parpadeé un segundo y cuando los abrí lo he visto allí, que me observaba. -
- No importa. La puerta está abierta, vámonos. - Ace salió, ellos lo siguieron.
Como había oído precedentemente la lluvia había cesado, pero truenos y rayos aún perduraban en ese enturbiado cielo oscuro. Hacía viento. Los árboles, sus hojas murmuraban ruidosamente y perenemente. Por otra parte el viento era un aliento asiduo. Sus sentidos más importantes para sobrevivir estaban corruptos. Su vista, por las sombras que distinguían entre los relámpagos, la luz de la linterna y la oscuridad, y sus oídos a causa del viento, los rugidos del cielo y sus pasos.
Un escalofrío los recorrió. Los cuatros, ni el anciano, Ace, había visto de esa prospectiva ese bosque, nunca en todo el tiempo que vivió allí. Observaron la floresta, sus árboles, los arbustos a sus pies, lo que se podía esconder en ellos. Pero, a parte de esas inquietantes sombras, no veían nada moverse. Un rayo los iluminó, fu como una sacudida.
- Movámonos, el auto está allí. - indicó Ace, el auto se encontraba bajo un cobertizo que se asomaba de la casa, a oeste.
- Sí, rápido. - concordó Absalom, su linterna continuaba alumbrando tanto el salón como la entrada de la cocina.
Despejaba la cocina, no la alumbraba como antes. Ese ser podía estar en cualquier lugar. Si se había movido hacia la escalera, ahora poseía todos los pasajes a su disposición. Absalom movió los ojos tanto de la derecha como de la izquierda, tratando de individuar cualquier movimiento o una pequeña parte del cuerpo de ese ser asomarse hacia la luz artificial de la linterna.
- Podría haber alguna posibilidad que hubiera salido de nuevo, ¿no? - preguntó Absalom tragando lentamente saliva.
Un escalofrío percutió sus cuerpos, por un breve instante se lo habían imaginado frente de ellos.
- Vamos, rápido. - entabló Ace, avanzando lentamente.
- Al diablo, seguramente salió. - dijo Absalom moviendo la linterna hacia el externo. - Ya estamos a un paso para poder final… -
Se petrificaron. No todos, solo los tres. El cuarto, el último que cerraba la cola, le había ocurrido algo de más aterrador, si no mortal.

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