lunes, 1 de mayo de 2017

The unknown (Capítulo XXI)

Capítulo XXI

“Misteriosa muerte de tres muchachos, encontrados en una pequeña casa en el bosque de la sombría ciudad de Seattle. Dos cuerpos fueron hallados en el interior de la casa, propiedad de Ace Rodríguez, el primero es el muchacho Absalom Morning, veintiocho años, y la muchacha Abilene Meyer, de veintisiete años. El tercero fue encontrado en el exterior, Tom Kent, treinta años. Los tres jóvenes fueron atrozmente asesinados, de tal manera que fue difícil de parte de la policía intuir el sexo de los muchachos y a identificarlos. Sin embargo, aún no son claros los indicios que los forenses están examinando. Por el momento fue afirmado que podría haber sido obra de un psicópata, aunque las autoridades insistieron en afirmar que fue algún animal salvaje. De esta matanza han sobrev…”

El televisor se apagó, Abraham apoyó el control sobre la mesita a su lado.
- No creerán nunca a lo que ocurrió. - comentó, sentándose en su mueble.
- Tendrían que pasar una noche entera allí, para creer a nuestras palabras. - dijo Acacia, acurrucándose en su pecho.
Abraham le besó la frente. - Sí. -
El teléfono sonó, un sonido temblante y agudo. Abraham se volvió hacia la mesita, donde había dejado el control, y levantó el auricular del teléfono.
- ¿Sí? -
- Abraham, hola, ¿viste la tele? -
- Sí, acabo de apagarla. - agregó.
- Es absurdo. Animales salvajes. ¿Cómo diablos pueden pensar que hayan sido animales salvajes? Han visto sus cuerpos, no puede ser obra de un animal. - refunfuñó.
- Lo sé, Ace, pero sabes como son. Prefieren encontrar una explicación fiable en cambio de mirar en la cara la realidad, o peor aún ocultar los verdaderos hechos. Más bien, esperemos que no vengan a matarnos porque sabemos algo. - comentó, rascándose la mejilla.
Hubo un momento de silencio.
- Cuanto quisiera vengar los muchachos. No los conocía, es verdad, pero no es justo. Tenían tanto como para vivir, habría preferido morir en su lugar. - susurró. - He vivido lo suficiente. -
- No digas así, Ace, la vida de todos es preciosa. - un celular timbró, Acacia se incorporó y, acariciándole la espalda, se marchó hacia la cocina. - Pero yo también quisiera vengarme de ellos. -
- ¿Cómo está? -
- ¿Quién? ¿Acacia? -
- Sí. -
- Desde que salimos de ese lugar, todas las noches, ha tenido pesadillas. - susurró, volviéndose a ver si estuviera detrás de él.
- Es aceptable. Han pasado solo tres noches. - comentó él.
- En efecto, veremos con los próximos días. Tú, ¿Ace? -
- No lo sé… En las noches me despierto sudado, pero no recuerdo lo que sueño. - suspiró. - Y dime… ¿Cuándo son los funerales? -
- Los cuerpos aún están con los forenses, me parece que después de mañana volverán a sus familias. - se frotó los ojos y bostezó. -
- De acuerdo, hazme saber algo. -
- Ok, cuídate. -
- Salúdamela, hasta pronto. -
- Sí, chao. -
Colgó. Acacia volvió.
- Era la policía. -
- ¿Devuelven los cuerpos? -
Su mirada se perdió en el vacío. - No, dicen que han encontrado el cadáver de una de las criaturas. -
- ¿Qué cosa? - la miró. - Quiere decir que ahora nos creerán. -
- Sí. - sonrió, una lágrima se deslizó en su mejilla.
- Si le dijimos que hay más de ellos los buscarán y… y podrían encontrar todos esos bastardos. -
Acacia se lanzó en el mueble. - Gracias a Dios. -
- Tengo que llamar inmediatamente Ace. - cogió el teléfono y marcó el número.
Acacia tomó su mano y la apretó.
- ¿Qué ocurre? - se alarmó Ace, no se esperaba esa repentina llamada de él.
- Ace, tengo buenas noticias. -

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