lunes, 7 de marzo de 2016

Amnesia (Capítulo VII)

Capítulo VII

La misma persona que lo había ayudado aquella mañana, se encontraba amarrado en una silla, furioso y atormentado, frente a una mujer de unos treinta años, también ella en la misma situación. Sus largos pelos, una vez irradiada por un color dorado, estaban teñidos de manchas rojas carmesís, entrados en contacto con distintos y sutil cortes en el rostro del cual menguaban rayas de sangre aún fresca; el cuerpo maltratado por otros cortes de varias dimensiones era despojado de toda su vestuario y presentaba pequeñas y grandes manchas purpuras gris que evidenciaban las torturas sufridas.
Ambos tenían la boca amordazada, para Paul fue un deja vu escalofriante. Sin embargo la persona de la cual era más interesado no estaba, como si nunca habría puesto pie en aquella casa. Con cuidado y precaución entró.
El cañón de la pistola procedió antes de él y, a menos de una mano, Paul lo acompañaba como si fuera el arma a guiarlo. Una vez adentro notó un cuerpo desplomado en el suelo, boca abajo, a los pies de un gran sofá verde oscuro, inundado por una luz argéntea proveniente de la ventana a unos pasos de él. Era el sheriff.
Se dirigió hacia él y la pobre pareja torturada, viéndolo, empezó a gemir peticiones de ayuda que a pesar que fueran incomprensibles cualquiera habría comprendido el significado de aquellos versos desesperados. Con una señal de la mano aconsejó a la pareja de enmudecerse y ellos obedecieron sin contradecirlo, dejando que sus peticiones de auxilio se manifestaran únicamente con algunas lágrimas. Se arrodilló cerca al cuerpo tendido.
- Sheriff, despierta. - susurró percutiéndolo.
Respiraba. Por alguna razón había sido dejado vivo y eso no cuadraba en la mente de Paul, el cual estaba al corriente que el único que se habría quedado vivo habría sido unos de los miembros de la familia: padre o hijos. Ya sabía como operaba.
- ¿Qué pasó? - preguntó el sheriff palpándose su nuca.
- Te había dicho que no vaya solo. - murmuró Paul.
- ¿Qué…? ¿Qué haces acá? - exclamó levantando la voz.
- Baja la voz, maldita sea. - le selló su boca con la mano. - Empero sabes como debería comportarse en estas situaciones. ¿Dónde está su pistola? -
El sheriff rebuscó en su funda, mientras de repente los gritos ahogados de los Anderson volvieron a violar aquel silencio que se había creado. Paul percibió un fuerte retumbo y una punzada espeluznante arderle en su pecho. Sus piernas empezaron a temblar y lentamente se doblaron hacia adelante, se llevó una mano al pecho donde tocó algo húmedo y se deslizó en sus rodillas.
Sintió su respiro alejarse de él como si fuera drenado por una aspiradora insaciable y su vista anublarse cada vez más. Se concentró en el rostro del sheriff el cual sobresaltó y contrajo su frente cayendo hacia atrás. Su oído estaba atónito, los ruidos que antes oía ahora aparecían como un sueño mientras su vista se oscurecía por completo. Se deslizó hacia adelante y algo de sólido y compacto golpeó su rostro.

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