lunes, 8 de agosto de 2016

The unexpected meeting (Capítulo XVI)

Capítulo XVI

Los dos se volvieron: Andrew con una expresión aliviada, jovial, como cuando el doctor se disculpa por haber confundido el cáncer con una manchita blanca en la TAC, mientras el agente estaba incrédulo y furibundo frente a las palabras de Meredith, tanto que se esprintó hacia su pistola en el suelo, sin prestar atención al brazo ya inutilizable.
Andrew cogido como un desprevenido y espantado de lo que habría ocasionado tal acción, disparó varios barridos, sin embargo su adversario estaba en movimiento y él no nunca había usado una pistola antes de aquel día. La herida en el brazo no había sido un blanco calculado y apuntado concienzudamente por él, la cabeza había sido su principal objetivo, pero por como había fétidamente manejado la pistola el brazo había sido elegido en su lugar.
Las balas volaron tanto arriba como debajo de su cuerpo, Andrew siempre había pensado que aquellas milagrosas supervivencias durante un tiroteo fueran sólo para las películas, pero no era así, al contrario, por un momento le pareció que los proyectiles doblaran como si ellos y el cuerpo del agente fueran dos imanes que se rechazan.
Al último momento el cargador exhaló su último aliento, empero el agente perduraba de pie y estaba ya empuñando su arma contra el cuerpo inerte, pero aparentemente vivo, de x-4. Cuando el loco latido del corazón de Andrew estaba rehusando de creer a lo que habría visto en un manojo de unos segundos, pero aún antes que el agente Turner pudiera presionar el gatillo, su testa se curvó hacia su derecha y su cuerpo se deslizó al piso, como desmayado.
Andrew, aunque por un momento no fue capaz de comprender lo que acababa de ocurrir, se apresuró a alcanzar su esposa y x-4. Pasando cerca al cuerpo del agente, vio una cavidad en su sien izquierda y varios salpicones que la tiznaban que indicaban que el último proyectil o uno de ellos había centrado su objetivo. Se tiró en sus rodillas y se acercó al cuerpo inmóvil como una marioneta de x-4. En su frente yacía un hueco perfectamente redondo, un color escarlata goteaba de él como un vaso repleto de agua y en su interno, un poco afuera, como si hubiera algo atascado, se entrevía algo rielar, reflejo provocado por las sabihondas luces de la ciudad.
- ¿Vivo? Dijiste que está vivo, pero es imposible. - dijo sin apartar su mirada de aquel fluente líquido que parecía vino.
- Su corazón aún palpita, no es ni débil ni fuerte. Palpita sólo rápidamente. - apoyó su mano en el pecho, pareció vibrar levemente. - Escucha, ni es necesario sentir su muñeca o apoyar la oreja en su pecho. -
Andrew acercó la mano a la de Meredith, la cual la apartó no apenas la acarició. Al tacto percibió aquel pequeño pecho vibrar como un masajista eléctrico y pudo constatar la verdad que había sido pronunciada por su esposa.
- ¿Cómo es posible? - comentó Andrew observando la expresión relajada del chiquillo, como si estuviera durmiendo, y sutilizando sus ojos acercó su rostro hacia el suyo. - No me digas que… -
Llevó un dedo hacia la cavidad y rozó algo de liso y caliente. Con el otro dedo trató de ayudarse y aferró un minúsculo objeto metálico, delicadamente como si fuera explosivo listo a estallar, después lo lanzó detrás de su espalda. Su llegada al piso fue anunciada con varios tintineos metálicos.
Examinó la herida. - El proyectil no… no consiguió penetrar el cráneo. - afirmó perdiendo su mirada en aquella cavidad que parecía sin fondo. - Es por esto que está vivo. Debe haber usado su poder al último momento. -
- ¿Y qué hacemos? - preguntó Meredith observando el niño, unas lágrimas empezaron a osificarse en sus ojos.
Andrew aprisionó la manga de su camisa y con tres fuertes tirones la rasgó. - Toma, amárralo alrededor de su cabeza, bien estrecha, pero no exageres. -
- De acuerdo. - cogió la lisa tela de la camisa con sus delicadas manos.
La acomodó en la frente de x-4 y la ciñó hacia atrás, haciendo un estrecho nudo y vacilando varias veces por temor de hacerle daño o empeorar la situación. Andrew se incorporó y miró a su alrededor en busca de una idea.
Miles de ojos estaban dirigidos hacia ellos, con estupor y escepticismo sobre lo que ya era real como la muerte, varios celulares habían capturado la incredulidad de aquel espectáculo y nadie habría debido encontrar palabras fidedignas para dar inicio a aquella historia. Nadie podía desviar tanto sus ojos como los ojos de sus aparatos eléctricos como si fueran inmovilizados por un hechizo y ningún murmullo emergía de sus labios. Ni osaban abrir boca, como si tuvieran miedo que al hablar habrían encontrado automáticamente una justificación, no necesariamente creíble, pero que pudiera dar un giro más realístico a los acontecimientos.
- Cogemos el auto del agente y alcanzamos el nuestro. Iremos a casa, pero sólo para recoger las cosas más importante que necesitaremos. Nos mudaremos donde siempre has deseado. - relevó a su esposa.
- De… de acuerdo. - aceptó sin objetar, aunque un cambio de vida así repentino nunca lo habría aceptado en otras ocasiones, aunque la meta era el lugar que siempre había soñado desde cuando era una niña.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario