lunes, 1 de agosto de 2016

The unexpected meeting (Capítulo XV)

Capítulo XV

“Habrías sido muy cegado por la violencia, hermano mío. Perdóname, pero no tenía otra opción.” cerró los ojos, apresurando una lagrima a alejarse de su fuente de origen.
Si ahora huía de allí, tal vez Meredith, por lo menos ella, se habría salvado y, sin volverse a ver si estuviera en buena salud o si hubiera sus delicados y cuidadosos ojos dirigidos hacia él, los mismo que había empezado a idolatrar, prosiguió hacia la salida más cerca de la ciudad acelerando sus pasos, a pesar que tuviera una pierna obstaculizada y aturdida por el dolor como la articulación de un robot no lubrificado.
- Párate donde estás, x-4. - una brusca y acida voz interrumpió su momento de fuga que había tanto esperado, aunque no así.
Al sonido de aquella voz, de aquel tono, el endeble niño se estremeció y su cuerpo fue percutido como una barra de metal golpeada con un similar suyo, su respiro empezó a faltarle. Se volvió a sacudidas, como un reloj con la batería agotada.
- S… señor Turner. - su voz sobresaltó como si tuviera el hipo.
- No creía que uno con ese poder pudiera crearme tanto de esos problemas como me has provocado. - dijo rechinando los diente como un lobo enfurecido y presionando una especie de pistola. - Todos ellos, mocoso, todo el trabajo que hemos sudado en estos años… todos los riesgos… y… y tú arruinaste todo en un sólo día. - tronó colérico, escupiendo unas gotas de saliva.
- Yo quería sólo mi libertad, señor. No puede ser tan sádico conmigo. - lo observó con una mirada muy postrada donde se podía reflejar toda la consternación que había pasado.
- ¿Sádico? Oh, no, yo los querías, a todos ustedes, tenía un futuro para nosotros, pero por culpa de tu estúpido idealismo murieron todos. Hasta tu hermano, mi mejor experimento. - gritó, sus pelo se habían deslizado en su frente, el efecto del gel se había lógicamente acabado como si aquel liquido gelatinoso no pudiera contener su ira.
- Podrá volver a empezar sus experimentos, crear sus armas humanas, pero déjame ir. - suplicó, una segunda lagrima se resbaló por su rostro y saltó hacia el vacío una vez que llegó en el mentón.
- Cierto, es lo que haremos. - bajó el arma y sonrió malévolamente cuando x-4 pareció liberarse de una tensión que se había creado durante el dialogo. - Pero no te dejaremos escapar y tampoco te llevaré conmigo. Tienes que pagar por todo lo que tuve que soportar, por mis hombres que he perdido, por mis experimentos, el dinero. Di tu última oración, x-4. Esta noche tu file será eliminado. - cerró un ojo y apuntó la pistola hacia su frente.
X-4 levanto las manos mientras el gatillo fue apretado por el agente, la bala salió con un chisporroteo, haciendo relucir una luz dorada y dejando un hilo de humo ascender por el cañón de la pistola. Zumbó como un taladro a toda velocidad, agujereando el aire y creando minúsculos y largos pétalos de aire que se podía ver sólo con el ojo de un microscopio.
La bala pulverizó algo de invisible, por un breve momento algo brilló como varios pedazos de vidrio hecho añicos, y en menos de un segundo la cabeza del niño retrocedió súbitamente hacia atrás. Su cuerpo se deslizó en sus rodillas y se concluyó en el húmedo y mojado asfalto, el cual era sujeto de una insólita e irreal lluvia turbulenta que había empezado desde pocos minutos. Sin embargo algo más había ocurrido, el agente Turner parpadeó.
Se volteó hacia su auto, su brazo salpicaba un líquido rojo oscuro y pendía como si fuera privo de huesos, como un hilo de hierba. Su pistola cayó y rebotó en la calle. Sus ojos estaban pasmado y lentamente abrió la boca como mueca de ira y dos venas se agrandaron cerca de sus sienes.
- Me había dicho que habías muerto. - tronó el agente, tapando la herida con la otra mano.
- Seguramente unos huesos rotos, pero muerto no, vamos. - contestó con una ligera sonrisa de escarnio. - Creo que no era tan cruel tu forzudo experimento. -
- ¿Qué quieres decir? -
- Que no me mató, más bien me llevó en su auto para poderlo ayudar a deshacerse de ustedes. - dijo apartándose y dejando que la mirada del agente pudiera ver su hombre que conducía con un hueco en la frente.
- ¿De qué diablos hablas? Si realmente quería matarnos, lo habría podido hacer en cualquier momento. - gritó airado, el sangre estaba manchando su traje negro.
- Te aseguro que lo habría hecho, si hubiera querido. No sé si te diste cuenta, tal vez no con toda esta confusión, pero dos hombres suyos que estaban con él no volvieron. Y no fue obra mía. He visto sus cuerpos sin vidas con el cuello en una posición bastante deshumana. - reveló frunciendo la nariz por la repulsión. - Ese niño no era estúpido, no los habría matado sin antes encontrar su hermano o sin arriesgarse de ser matado con una bala en la cabeza. Era astuto y habría hecho las cosas con calma, sin suscitar sospecho. Sólo que su hermano no lo sabía. - se volvió y miró los cuerpos inertes de los dos chiquillos.
El rostro del agente estaba furibundo, cabreado, había debido matarlo cuando todo había empezado ir mal. Después de todo dos en menos no habría hecho diferencia. Repentinamente empezó a reírse, descargando toda su frustración, casi de parecer a una persona enloquecida.
- Por lo menos ahora están en el infierno, no moriré inútilmente. Dispara, ¿qué esperas? Aunque me mates, loro seguirán el programa. Yo sólo era un supervisor de esa sede, no el autor. - dijo carcajeando, quitando la mano de su herida. - Esta vez no repetirán el mismo error, serán más despiadados. -
Andrew afiló sus ojos. - Haré que todo el mundo sepa de sus experimentos, la noticia hará revuelo. En alguna manera serán detenidos. - prensó la pistola y la mantuvo firme.
- Nadie te creerá. - rio aún más fuerte, como si hubiera un micrófono en el cuello de la camisa y unos parlantes cerca a las orejas de Andrew. - El gobernó te enterrará antes que puedas escapar. -
- Andrew. - gritó Meredith, que entretanto se había dirigido hacia x-4. - Está vivo. -

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