lunes, 7 de agosto de 2017

Near death (Capítulo VIII)

Capítulo VIII

No era mucho, habitualmente para que una llamada sea dignamente debía por lo menos haber tres líneas. Tres de cinco, mientras él tenía solo una. Suspiró. Igualmente estaba algo contento, aliviado, una parte de esa angustiosa y porfiada tensión se había deslizado de su cuerpo, como gotas de sudor. Sin embargo, suspiró de nuevo, largo y tumultuoso. Habría debido descender un poco más para que la señal fuera perfecta.
Miró hacia abajo. Era alto, altísimo. Los árboles de esa prospectiva lucían como unos brócolis, los mismos vegetales detestados por los niños y, francamente, él también probaba una cierta antipatía en comerlos. Sin embargo, estaba afortunado que la pared fuera llena de esas protuberancias, descender habría podido ser más fácil que difícil. El único lampante problema era que no sabía como moverse.
Por primero las cosas más importantes, las cosas que debía poner a salvo. Llevó el teléfono a sus labios y lo apretó dulcemente entre ella, como una gata con sus cachorros. Bajó la mano hacia una piedra que estaba más o menos cerca de su cadera, así hizo con la otra, y por consiguiente prosiguió con los pies, muy apaciblemente y ágilmente. No que hubiera otra opción, con esas engorrosas botas debía serlo, además de constatar que esas piedras mantuvieran su peso. Había bajado solo unos metros, las botas eran pésimas de usar para escalar o descender una montaña. Era una grande desventaja, para él mortal. Eran rígidas, duras, no podía inclinarlas hacia adelante, solo las puntas, pero ligeramente, si no quería involucrar toda la pierna.
Sus movimientos eran tal cual a los de un robot, un robot con los pies de veinte kilos cada uno. Obviamente eligió las piedras más seguras, era patente, y cuando al fin vio en la pantalla, la parte que no era cubierta por sus labios y que con un poco de esfuerzo podía individuar, la señal que había vuelto a manifestarse decentemente se detuvo.
Suspiró, estaba cansado. Los metros no habían sido mucho recorridos por él, sin embargo, a causa de sus lentos y pesados movimientos y algunos obstáculos encontrados, su mente lo había engañado y para él era como si hubiera recorrido más metros de lo que eran. Estaba sudando, a pesar del gélido frio que rodeaba en esa altura. Volvió a intentarlo. Tomó su celular y marcó el número. Contestaron inmediatamente y gracias al número de su celular lo reconocieron rápidamente, mayores informaciones fueron solicitadas por ellos, informándolo que los rescates ya había sido enviado. Sin embargo, propio cuando estaba a punto de pedirle el nombre, las piedras bajo de sus pies cedieron y su cuerpo precipitó hacia abajo.

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