lunes, 28 de agosto de 2017

Near death (Capítulo XI)

Capítulo XI

“Maldita… ¿Y ahora?” bajó su mirada, no había ni una pequeña piedra.
Era cierto que había bajado de unos metros, pero aún no era suficiente. Los árboles estaban un poco más nítidos, ahora podía individuar sus ramas. Cerró los ojos y respiró lentamente. Pensó y pensó. Debía haber una solución, algo que pudiera hacer para salir de esa situación, pero más lo pensaba, más su cuerpo había encontrado el tiempo de detenerse y descansar y una increíble extenuación agredí su cuerpo. Sus manos empezaron a temblar, sus músculos a estirarse, como si algo lo estuviera tirando por los brazos contra su voluntad, como una tortura medieval. Sus rodillas tentaban de doblarse cada segundo, como si estuviera por sentarse sobre una silla ilusoria, pero Alban lograba, por el momento, interrumpir ese desenfrenado deseo. Sin embargo, sus manos eran otro asunto, de vez en cuando sentía que estaban para abrirse y deslizarse a lo largo de su cadera, él cerraba con más fuerza, pero por cuanto las cerraba las sentía siempre más débiles, más flojas, como si estuvieran impugnando algo de imaginario.
Se puso a la escucha. Tal vez los del rescate estaban cerca, pero ningún vehículo o gritos se percibían en las cercanías. Habría podido resistir todavía un poco más, un par de horas, pero después ya no lo habría podido asegurar. Y, aunque habría querido soportar, después habría llegado la noche y la temperatura habría descendido aún más. Probablemente sus manos se habrían congelado a la pared y él se habría quedado dolorosamente a salvo de caer.
Miró de nuevo hacia abajo. Por alguna razón, no obstante hubiera pensado de aguantar un poco más, su principal idea seguía seduciéndolo, como un vaso de chocolate caliente. Salta, le decía su consciencia. Pero, ¿él la habría escuchado? Suspiró. Sí, no podía estar colgado como un mono. Debía solo darse un enorme empujón y basta, aunque estuviera sin energías. Dobló los brazos y probó a empujarse, pero se detuvo inmediatamente. Su corazón empezó a latir como si fuera un tren.
“No, al diablo, tengo que hacerlo.”
Dobló de nuevo los brazos y se dio un brusco empujón con las manos, inmediatamente después también con los pies.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario