lunes, 6 de junio de 2016

The unexpected meeting (Capítulo VII)

Capítulo VII

El primer auto se colisionó con algo de transparente que vestía el vehículo de la pareja, como si fuera una película de acero. Vieron como aquel vehículo se comprimía en el aire, la parte de adelante se machacó y se aplastó como un insecto aniquilado entre las palmas de las manos. Mientras se desmenuzaba en aquella impenetrable pared, el auto explotó y un velo rojo naranjado cubrió la Chevrolet, delineando la barrera del chiquillo que poseía una forma oval.
Destino diferente había ocurrido al segundo auto, el cual trató de desviar el primero que se había implantado en su camino, pero desafortunadamente algo, probablemente una parte del aquel vehículo, se cruzó con la rueda delantera izquierda y la hizo estallar como una bolsa de carta llena de aire, acabando milagrosamente fuera de la carretera sin daño. El tercero y último, en el cual sentaba el agente que los había anteriormente detenido, se dio cuenta de lo que estaba por suceder cuando las últimas balas disparadas por ellos, empezaron a fallar su blanco, cambiando inexplicablemente trayectoria; por lo tanto había doblado con tiempo, pero no tanto para evitar que la cola del auto choque aquel objeto no identificado, haciéndolo virar en sí mismo como un trompo y ladeándolo fuera de la carretera.
Cuando el auto de la pareja se detuvo por completo, ellos se quedaron observando, mudos e incrédulos, lo que había ocurrido. Vieron como las llamas estuvieran devorando con glotonería el primer auto que había tenido el honor de estrellarse cara a cara con el increíble poder del niño; el segundo que se encontraba fuera de la carretera, el único intacto, y el tercero che yacían boca abajo en el rocoso terreno dorado de aquel brezal desolado.
Al pensar a las personas en el interno de aquel medio de transporte que conservaba aún el aspecto de un auto, un espantoso escalofrío les recorrió el cuerpo hasta los cabellos, casi enderezándolos como si hubieran entrado en contacto con una menor cantidad eléctrica. Sin embargo algo de más curioso llamó la atención de ellos, algo que mostraba la existencia de los milagros: un cuerpo tambaleante emergió de los trastos de aquel auto al revés como una tortuga y lentamente se incorporó. Permaneció inmóvil mirándolos, sin mover un músculo, como una estatua de mármol o como si aún no se diera cuenta de lo que había sucedido, y levemente extrajo un pequeño objeto rectángulo de su bolsillo.
- Andrew, creo sea mejor si no marchamos. - entabló su esposa, sin apartar los ojos de aquella silueta manchada de sangre.
- Tienes razón. - encendió el motor, hizo marcha atrás y se alejó a toda prisa.
El hombre de negro los observó largarse y se llevó el objeto a su boca. - Tráiganme el experimento x-5. - ordenó sonriendo, una sonrisa que señalaba que estaba cerca de su cumplimiento.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario