lunes, 20 de noviembre de 2017

Human error (Capítulo VIII)

Capítulo VIII

El bus empezó a precipitar. Andrew tenía solo dos opciones: saltar o hacer lo que nunca se imaginaría de hacer en su vida. Suspiró, no tenía otra elección.
«¡Profesora Jones!» la llamó y entró inmediatamente adentro del bus.
Corrió hacia los primeros asientos, Abraham había permanecido sentado allí, paralizado por el terror. Andrew murmuró algunas palabras incomprensibles y lo aferró rápidamente por el cuello de su polo, lo tiró hacia él y recorrió el pasadizo del bus. Abraham fue arrastrado como una bolsa de basura, probablemente nada lo recuperaría de ese trauma. Una vez llegado a la puerta posterior lo aferró con ambas manos y lo lanzó afuera, como una pelota de rugby. Abraham precipitó a toda velocidad gritando y llorando hacia el camino aún intacto y agitando los brazos como un ave que todavía no sabe volar. La profesora Jones se había acercado lo más posible al borde, en tiempo para aferrar Abraham, y si no hubiera sido por su prontitud, el sacrificio de Andrew habría sido en vano.
«¡Andrew!» gritó Jones, mientras izaba el muchacho. «¡Rápido!»
Andrew permaneció mirándola, sujetándose con la puerta posterior. Sonrió, como podía pensar ella que podría hacer un salto así, reflexionó él. Después se sentó en un asiento y cerró los ojos. Suspiró de nuevo.
“Odio los mocosos y a él lo odiaba más que a todos. ¿Entonces por qué lo salvé? Mi vida por él… Maldita conciencia.” rio, su última risa.
El bus desapareció en el vacío. La profesora Jones solo oyó como un pandillero golpea el auto de su director de su colegio con un bate de béisbol, repetidamente y velozmente. Hasta que no oyó nada más que el agua que se estaba desparramando de la diga. Mientras tanto el temblor se había vuelto más energético. La profesora se volvió hacia Abraham y empezaron a correr.

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